El terrorismo y síntomas de rebelión social también amenazan a Italia
ROMA.Actualizado:En Italia están sonando las alarmas. La más grave es el atentado terrorista del lunes, reivindicado el sábado por una sigla anarquista, Federación Anárquica Informal, que evoca el recuerdo de detenidos griegos. Un dirigente de una compañía de energía nuclear, Roberto Adinolfi, fue tiroteado en Génova en una acción que recuerda los 'años de plomo', donde la 'gambizzazione' disparaba a las rodillas. El temor a un retorno del terrorismo, siempre latente, se ha agudizado con la amenaza de nuevos atentados.
Hay más síntomas de descontento social. Mientras sigue la oleada de suicidios por la crisis, se han disparado los ataques a Equitalia, la entidad pública dedicada al cobro de impuestos. El sábado hubo violentos enfrentamientos con la Policía ante una oficina de Nápoles, con doce heridos, llegó un paquete bomba a otra en Roma, y no es la primera, y dos inspectores fueron agredidos cerca de Milán. En la madrugada de ayer un grupo de individuos lanzó dos cócteles motolov a otra sucursal en Livorno.
El malestar de los ciudadanos pacíficos también se hace notar. El Gobierno de Mario Monti abrió la semana pasada un correo electrónico para recibir sugerencias sobre cómo combatir el derroche de dinero público. El primer día recibió 40.000 mensajes de todo tipo, y ya va por 90.000, desde quien se queja de las farolas encendidas toda la noche en una rotonda a quien señala el exceso de comisarías en un municipio tranquilo.
Pero la radiografía más evidente del hartazgo político llegó en las elecciones municipales de algunas regiones el domingo. Todo el centroderecha, Berlusconi y la Liga Norte, tocada por la corrupción, se hundió; el centroizquierda ha sufrido y los pequeños partidos no celebran nada. Solo hubo un triunfador, el Movimiento Cinco Estrellas del cómico Beppe Grillo, líder de la 'antipolítica' que aglutina un voto de protesta radical contra los partidos tradicionales y ha llegado al 10%.
Pero hay un dato revelador: la mayoría de los votantes de derecha se quedaron en casa. Según los analistas, el declive de Berlusconi ha dejado un vacío que espera ser llenado. Con el riesgo de que atraiga a oportunistas y populistas.