«El hombre está siendo sacrificado en el altar de la rentabilidad»
El pensador francés reflexiona sobre la deshumanización de la sociedad en su libro 'Los enemigos íntimos de la democracia' Tzvetan Todorov Filósofo
MADRID. Actualizado: GuardarTzvetan Todorov, lingüista, filósofo e historiador, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008, cree que «la deshumanización» de la sociedad actual se encarna en tres grandes peligros: el mesianismo, el ultraliberalismo y la xenofobia. De las reflexiones de Todorov (Sofía, Bulgaria, 1939) sobre el mundo nace 'Los enemigos íntimos de la democracia' (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores), la última obra de este pensador francés de origen búlgaro que indaga en las costuras de un sistema que se resquebraja. A juicio de Todorov, que ayer visitó Madrid para presentar su libro, el ultraliberalismo, el más notorio de los peligros, se concreta en la separación total entre política y economía, con el predominio de la segunda sobre la primera, sin contrapoderes que frenen la pujanza del dinero. «Todas las vertientes del hombre se están sacrificando en el altar de la rentabilidad, que se considera imprescindible para la supervivencia del estado y de los países», asegura el filósofo, que ejemplifica el significado de su idea en el eslogan electoral con el que Nicolas Sarkozy se presentó a las últimas elecciones francesas, 'Trabajar más para ganar más'. «Esto es la deshumanización», remarca.
«Nos dicen que para salir de la crisis debemos someternos a la lógica implacable que nos viene de las alturas, pero esta lógica no ha servido para mejorar la economía y sí para un empeoramiento evidente de las condiciones de vida de las personas, con un aumento increíble de la tasa de suicidios», continúa, antes de culminar: «En el afán de ganar más estamos destrozando nuestra vida».
La preeminencia del poder económico sobre el poder político queda muy clara al sobrevolar la realidad de Estados Unidos, según Todorov. «Wall Street tiene más poder que Obama», asevera, y por eso recibe con «entusiasmo moderado» al nuevo presidente francés, François Hollande. «Está a favor del crecimiento, y eso es fantástico, pero veremos qué medios tiene para desplegarlo. Además, en su partido hay muchas corrientes, desde los que quieren nacionalizar la economía hasta los ultraliberales».
Los medios de comunicación tampoco quedan fuera de la crítica del filósofo francés, que considera una tragedia la etapa en la que Berlusconi dominaba en Italia tanto las televisiones privadas, por su condición de empresario, como las públicas, en su papel de primer ministro. «Los medios deben ser plurales porque los ciudadanos tienen que contar con diferentes fuentes de información para crearse su propia opinión», explica.
El papel del intelectual
En este sentido, el papel de los pensadores también está en el aire. «El intelectual no debe convertirse en un militante y tampoco debe pensar que está en posesión de la verdad. Tiene que ser humilde», recuerda Todorov, que por eso ha elegido con cuentagotas las causas por las que se ha comprometido. Sobre todo, se implicó en contra de las guerras de Afganistán, Irak y Libia, a las que encuadra dentro del mesianismo según el cual Occidente puede exportar su modelo de sociedad a todo el mundo a través de la guerra. Y como han demostrado las elecciones francesas y griegas, con los grandes resultados logrados por el Frente Nacional y Amanecer Dorado, la xenofobia y el populismo también viven un buen momento.
Pero ante tantas desgracias, el filósofo ve una salida; una salida que se encuentra en «nosotros mismos». «Nadie vendrá, ni de Japón ni de ningún lugar, a salvarnos, ni habrá un 'deus ex machina'. Tampoco creo en la revolución. Lo que nos sacará de esto es la toma de conciencia. La salvación pasa por una reapropiación del poder por parte del pueblo», afirma Tzvetan Todorov. Unos ciudadanos concienciados y comprometidos «son capaces de presionar con su voto en la forma de ejercer la política, así que la responsabilidad corresponde a cada uno de nosotros».
Enlazando con esta idea, el pensador francés considera que «el grito de protesta de los 'indignados' identifica bien el problema y los políticos tienen que escuchar atentamente todo lo que dicen», pero cree también que el 15M «no propone soluciones». «El movimiento, tal como lo vemos, es un síntoma revelador de los males sociales que estamos sufriendo. Está bien que alguien diga que el emperador está desnudo, pero no nos están diciendo cómo vestirlo», destaca Todorov.