Aniversario global
Ciudades de todo el mundo recuerdan las reivindicaciones que les llevaron a la calle tras adoptar la indignación del 15M español
MADRIDActualizado:“En mayo del 68 se perseguía lo imposible, en mayo de 2011 se alcanzará lo imposible”. Así rezaba una pancarta en la plaza de la Bastilla parisiense durante las manifestaciones inspiradas por el 15M español. Los jóvenes franceses habían elegido un símbolo de las libertades para extender y adoptar la indignación de los casi siempre conformistas ciudadanos españoles en un proceso que pasó de local a global gracias a las redes sociales. Por una vez, el germen de los movimientos populares de protesta se encontraba en un país con tendencia a la resignación y desataba en el mundo un sentimiento general de protesta contra la situación política, económica y social actual que, un año después, se quiere recuperar.
Hoy, de nuevo siguiendo la senda de la #spanishrevolution, los franceses han vuelto a la calle, igual que miles de personas por toda Europa, al estilo de la senda marcada en octubre del pasado año, cuando se quiso recordar que el movimiento desatado meses antes seguía vivo y mantenía sus reivindicaciones ante una situación que no había hecho si no empeorar.
Entonces, Europa se volcó con la causa española y la hizo suya, pese a las acusaciones de los críticos de la ausencia de mensaje y de ideas concretas y realistas. Grecia, embarcada en un proceso brutal de rescate, pedía soluciones para una juventud que intenta sobrevivir entre las restricciones de una economía en quiebra técnica. Bruselas actuaba como punto de encuentro y meta de marchas de protesta contra unas instituciones europeas que no respondían como los convocantes del 15M creían conveniente. En Londres, el movimiento Occupy London se establecía los aledaños de la catedral de San Pablo, que tuvo que abandonar para ocupar otros edificios y crear su propio banco de las ideas.
Roma fue la nota discordante y violenta. Aunque la tensión entre manifestantes y los cuerpos policiales estuvo en ocasiones al límite de traspasar la línea hacia el lado del enfrentamiento, solo en la capital italiana las supuestas protestas pacíficas se transformaron en batallas campales, con escenas dantescas y atentados contra cualquier razón por parte de los dos frentes.
Desde el otro lado del charco, en Estados Unidos, fue el movimiento Occupy Wall Street el capitalizador de las protestas y, pese a que otras ciudades –Washington, Chicago, Dallas, San Francisco,..- se sumaron a las movilizaciones, la ocupación del centro financiero más significativo del mundo tenía una trascendencia y una representatividad que colocó a los manifestantes en el foco de las reivindicaciones globales y en un problema para la ciudad de Nueva York. Así, el 1 de octubre, la Policía realizó más de 700 detenciones durante la marcha ‘indignada’ por el puente de Brooklyn, ese a que el alcalde de la ciudad, el multimillonario Michael Bloomberg, defendía el derecho a protestar. Hoy, las reivindicaciones han vuelto a las calles, tanto en Wall Street como en otras ciudades como Detroit.
Movimiento global
Bajo las mismas demandas de democracia real, justicia social y una distribución de la riqueza, miles de personas han tomado las calles en todo el mundo en más de cincuenta países.
En París, diversos actos festivos y lúdicos han puesto fin a la marchas, que comenzaron por la mañana en diferentes puntos de la ciudad y convergieron en el antiguo mercado de abastos, tomado por los antidisturbios. Los organizadores leyeron, además, un texto en el que recordaron que "han florecido en el mundo entero, movimientos sociales y ciudadanos, horizontales, solidarios y no violentos para exigir y construir una democracia real".
En Bruselas, más de 700 personas se manifestaron en el marco de la convocatoria mundial, según datos de la policía, en su mayoría belgas y españoles residentes en la capital belga. Los manifestantes marcharon por las calles y se manifestaron ante lugares de valor simbólico para las protestas, como el Banco Nacional belga o el Palacio de Justicia.
En Londres, los 'indignados' iniciaron la protesta pacífica a los pies de la catedral de San Pablo, en pleno distrito financiero de la City. El grupo anticapitalista Occupy London pidió a sus simpatizantes que llevaran tiendas de campaña, en un aparente reto a la policía, que hace seis meses ya desalojó una acampada de protesta tras una larga batalla legal. Entre sus actividades, los 'indignados' visitaron instituciones ubicadas en el distrito financiero, como bancos, fondos de inversión o compañías privadas que, según ellos, forman parte del 1% "que ocasionó la crisis económica y continúa beneficiándose de ella".
En Portugal, cientos de personas se congregaron en el centro de Lisboa y en otras seis ciudades para unirse a un movimiento eminentemente europeo en protesta contra las políticas de austeridad y la precariedad laboral. Entre quinientas y mil personas partieron de la plaza lisboeta de Rossio y desfilaron con pancartas, tambores y bocinas por la Avenida Liberdade bajo el lema "Indignación y Cambio". Los manifestantes corearon consignas en alusión al "movimiento de los indignados" en los países del sur de Europa, con gritos como "España, Grecia y Portugal, la lucha es internacional". Algunos de los carteles tomaron la forma de hachas, en referencia a los severos recortes laborales que se han aplicado, y denunciaron la austeridad, el paro y el hambre, e instaron a la "Revolución del Precariado".
Una de las manifestaciones menos multitudinarias tuvo lugar en la plaza Syntagma de Atenas, pese a que el Grecia soporta una de las situaciones sociales y políticas más críticas. Sin embargo, la fragmentación política y los problemas para formar el nuevo Gobierno centran desde el pasado domingo toda la atención de la opinión pública.
En Israel, cientos de personas se manifestaron en Tel Aviv y otras ciudades, donde denunciaron la carestía de la vida y exigieron mejoras sociales bajo el lema "devolved el país a los ciudadanos". Los 'indignados' se concentraron en varios barrios de la ciudad y marcharon hacia la plaza Rabín portando cartelas con consignas como "Queremos justicia, no caridad" y "Quitar a los pobres para dárselo a los ricos: vaya país corrupto".