Un arropado Urdangarin despide a su padre
La reina Sofía y la infanta Elena viajaron a Vitoria pero faltó su esposa Cristina, quien se espera que acuda esta tarde al funeral
VITORIA.Actualizado:Los Urdangarin despidieron ayer a Juan María, padre del duque de Palma, unidos, en la intimidad y con un velo de discreción a veces complicado de correr en una familia como la suya. Su intento de reservar solo para ellos, y sus amistades más estrechas, este último adiós se tradujo en una sencilla ceremonia en el interior del tanatorio vitoriano donde reposaban y fueron incinerados los restos del patriarca, fallecido el pasado jueves tras una larga enfermedad.
Allí no estuvieron la reina Sofía ni su hija Elena, quienes sí viajaron a Vitoria para dar el pésame a la viuda y sus siete hijos en el domicilio familiar. Su visita se alargó más de dos horas y estuvo marcada por una notable ausencia, la de la infanta Cristina. La hija del Rey no acompañó a su esposo Iñaki aunque se prevé que asista al funeral que se celebrará esta tarde, a las 20.00 horas, en la basílica San Prudencio de Armentia.
La llegada de doña Cristina, que se enteró de la muerte de su suegro en Washington y no ha podido desplazarse antes hasta la capital vasca, se esperó durante toda la mañana a las puertas de la residencia de la familia Urdangarin, en el paseo Fray Francisco de Vitoria. La urbanización, ubicada en una tranquila zona de la ciudad, a pocos metros de Ajuria Enea, fue escenario del trasiego de vehículos a lo largo de todo el día. Mikel, el único hermano varón de Iñaki, salió en varias ocasiones al volante de su monovolumen. Una de ellas sobre las 12.15 horas con el duque de Palma en la parte trasera del coche en dirección al velatorio instalado en un tanatorio cercano, en el conocido como polígono del seminario, a escasos diez minutos de la vivienda. El marido de la infanta, con jersey negro y visiblemente desmejorado desde que estallara el escándalo financiero del Instituto Nóos, no regresó hasta hora y media después. De nuevo, junto a Mikel, y esta vez como copiloto.
Para entonces, la reina Sofía, con su hermana Irene de Grecia, y su primogénita, Doña Elena, habían accedido ya en un mismo vehículo al domicilio de los Urdangarin tras aterrizar poco antes en el aeropuerto de Foronda. La agenda de la Casa Real marcó que fueran ellas quienes se desplazaran hasta Vitoria para dar el pésame a la familia de Iñaki pues el príncipe Felipe -que precisamente visitó esta ciudad el pasado miércoles junto a la princesa Letizia para celebrar el Día Mundial de la Cruz Roja- tenía prevista la entrega de un premio al tenor Plácido Domingo en la Universidad de Alcalá y el Rey continúa convaleciente de la doble operación a la que se sometió en abril.
El encuentro entre las dos familias se produjo ya en el interior de la residencia, donde almorzaron juntos, lejos de las decenas de periodistas y curiosos que compartían el transitado paseo. Tampoco coincidieron los vehículos que les transportaron -entre fuertes medidas de seguridad en un dispositivo con personal de Zarzuela, Ertzaintza y Policía Local- en torno a las 16.00 cuando la comitiva salió de la urbanización. Doña Sofía, su hija y su hermana abandonaron la casa para emprender su viaje de vuelta a Madrid, mientras que los Urdangarin se dirigieron al tanatorio. Allí se recogieron los hermanos y la viuda, la belga Claire Liebaert, en un acto privado donde les entregaron las cenizas de Juan María.
El duque de Palma, que salió del velatorio de la mano de su madre, asistirá esta tarde a la misa donde se espera que acudan representantes de la política y la economía alavesa, dos ámbitos a los que estuvo ligado el fallecido. Militante histórico del PNV y presidente de la Caja Vital durante tres años, había perdido parte de sus facultades físicas y mentales a causa de la enfermedad en la que cayó. En los últimos meses había empeorado, lo que llevó a Iñaki Urdangarin a realizar varias escapadas a la capital alavesa. La más reciente, este martes, cuando decidió quedarse en el país ante la gravedad del estado de su padre.