EQUILIBRIO

Esta columna 'afaldonada' no habla hoy de Yuste, ni de Óscar Pérez, ni pretende impartir una lección táctica sobre la compensación del juego o del plantel cadista. El equilibrio lo ha encontrado esta semana el consejo de administración cadista, que ha acertado con el precio de las entradas para la eliminatoria final.

No hay excusas para que Carranza no se llene. Máxime si la vuelta coincide en casa, antesala de una fiesta que no se celebra junto a los futbolistas desde las salvaciones milagrosas de los 90. Y muchos cadistas aún ni habían nacido.

La situación económica actual es crítica, y más en Cádiz, donde la lacra del desempleo y la precariedad se encarga cotidianamente de amargar la existencia. Pero prácticamente cualquier abonado está en condiciones de invertir 9 euros, 7 en los fondos, en uno de esos momentos inolvidables, plenos, que se recuerdan toda la vida. El no abonado se ha ahorrado entre 350 y 150 euros y muchos bodrios durante la temporada y si de verdad quiere colaborar es el momento de sacar los 20 euros, o en su defecto 12, y dejarse caer por Carranza que nunca es tarde.

Bonito detalle, precioso, hubiera sido darle la entrada gratis a los socios pero... ¿el momento de la entidad está para eso? Se habla de graves problemas incluso con el ascenso, y planea la sombra de la desaparición si no se sube. ¿Está para regalos? Toménselo como una 'vaquita', una donación, una inyección de sangre para este enfermo que se nos puede ir sin darnos cuenta. Una buena recaudación puede ser decisiva en el futuro de una sociedad que agoniza, un hecho contrastable con solo ver la cara de los que dirigen la nave.

Después de dar 10.000 millones de euros a Bankia, ¿qué son 10 euros para el Cádiz? No hay fiesta más barata.