El fin de ciclo de Juanes
El cantante cierra etapa con un disco desenchufadoy busca acercarse al rock
MADRID. Actualizado: GuardarLos discos unplugged o desenchufados hicieron fortuna en los años 90 como vehículo para escuchar a artistas de rock en formato acústico, íntimo. El concepto ha cambiado con el tiempo, tanto que en el MTV Unplugged de Juanes -a la venta el 29 de mayo- llega a haber hasta 47 personas sobre el escenario, incluido un coro gospel.
Aun así, estos discos siguen siendo una buena excusa para degustar canciones de siempre con arreglos e instrumentaciones inéditas. «Cuando me lo propusieron fue como una luz», explica Juanes: «Justo necesitaba hacer algo así: soltar las cadenas, dejar lo convencional y meterme en un viaje diferente, algo casi introspectivo».
Para el concierto, grabado en febrero en Miami, Juanes ha contado con la dirección musical de un grande de la música latina como Juan Luis Guerra. «Tuve la fortuna de trabajar con el maestro», señala el colombiano: «El tipo es un genio, no sabes lo talentoso que es. Le ves tocando la guitarra en la intimidad y es como para salir corriendo».
No es el único invitado ilustre: 'Azul', una de las canciones inéditas del álbum, llega con la letra de Joaquín Sabina, que también viajó a Miami para la actuación (que emitirá MTV el 2 de junio). ¿Hubo necesidad de pararle los pies a Sabina con algún verso, digamos, procaz? «No, para nada», confiesa entre risas el autor de 'A Dios le pido': «Fue un honor grandísimo. En noviembre Juan Luis y yo le mandamos la melodía sin letra, y pasaron dos meses y no sabíamos con qué nos iba a salir, pero en enero nos llegó y resultó ser algo precioso».
Considera Juanes que este MTV Unplugged es un punto de inflexión, una oportunidad para dar un giro, quizá con algo más cercano al rock, estilo que ya practicó con su grupo de juventud, Ekhymosis. «No quiero repetir lo que he hecho, no más 'La camisa negra', no más 'A Dios le pido'... Ahora voy a tomar un camino diferente, más orientado al rock, o al rock con elementos electrónicos. Algo que implique siempre una guitarra eléctrica, pero experimentando».
Antes, «como un descanso de los oídos para lo que va a venir», afirma en broma, hará una gira de teatros que llegará a España en octubre: «Vamos a tratar de recrear lo del unplugged. No vamos a tener el coro gospel, obviamente, pero sí siete u ocho músicos, y tocaremos en recintos pequeños».
Este redactor entrevistó a Juanes en 2000, cuando acababa de editar su primer disco en solitario. Fue en el minúsculo estudio de un fotógrafo en el centro de Madrid y allí esperaba una persona seria, casi tímida. Uno pensaría que 12 años de estrellato mundial después, Juanes se habría convertido en el prototipo de cantante superventas, un simpático profesional con la sonrisa tallada en el rostro. Más bien, el medellinense, que en agosto cumplirá 40 años, es consciente de su posición en el Olimpo del pop latino y de las servidumbres que ello conlleva, pero no aparenta haber cedido a las superficiales trampas de la fama.
Por eso, en él parece sincera su labor humanitaria, vertebrada a través de su fundación Mi sangre, con la que ha organizado los macroconciertos 'Paz sin fronteras', cuya primera edición ayudó a limar asperezas entre Colombia y Venezuela en 2008, y la segunda quiso tender, en 2010, un puente entre Cuba y EE UU.
Además, en canciones como 'Fíjate bien' u 'Odio por amor' ha tratado asuntos de su país como las odiosas minas antipersona o la reconciliación nacional. Ahora está metido de lleno en el proceso de paz colombiano, y hace unas semanas visitó un centro de reinserción de guerrilleros, experiencia que relató en un artículo para un periódico colombiano: «Es algo muy intenso», comenta en Madrid: «La mayoría son gente joven, no mayores de 20 años. Aunque también había un señor de 50 que había militado durante 20 años en las FARC, y decidió salirse con la idea de reinsertarse en la sociedad. Pero es un proceso muy difícil para ellos y para la sociedad, que los rechaza, no les da trabajo y ellos se decepcionan y a veces regresan a la guerrilla. Hay un bloqueo que hay que cambiar: parte del proceso de paz de Colombia tiene que ver con reconocernos, con perdonar».