Falcao levanta el trofeo junto a sus compañeros./Luis Tejido (Efe)
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Falcao caza otra Liga Europa

La seguridad atlética y el acierto del colombiano fulminan al decepcionante Athletic de Bielsa

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La principal diferencia en el duelo español en el estadio de Bucarest lució nombre colombiano: Carlos Radamel Falcao. El futbolista, experto en la Liga Europa, se aupó a la solidez inspirada por Simeone para que el Atlético acabara con el voluntarioso Athletic de Bilbao. Porque la pólvora del sudamericano y el conjunto colchonero más fiable de las últimas décadas sepultaron a un rival que defraudó a su propia reputación ganada esta propia temporada a la órdenes de Marcelo Bielsa.

Lo cierto es que el primer factor que desequilibró el duelo fue el peso de la historia. Durante los días previos a la final el equipo vizcaíno desenterró recuerdos y éxitos pasados para valorar los méritos de alcanzar una final europea. Demasiados kilogramos en la mochila para jóvenes como Aurtenetxe, Iturraspe o De Marcos, casi recién llegados a la élite. Excesiva ventaja ante un depredador como Falcao, quien se abalanzó sobre los cachorros con una voracidad propia de su instinto cazador. Unido el carácter del sudamericano a la presión y las líneas adelantadas que suele ordenar en los primeros minutos Diego Simeone, el Atlético se adueñó del partido mientras el Athletic Club recibió el primer zarpazo. El colombiano rebañó un balón a Amorebieta, caracoleó y soltó un zurdazo de fantasía a la banda izquierda. Tres acciones rápidas y limpias para alcanzar el objetivo impuesto por su técnico argentino.

Con el botín en el regazo, los del Manzanares se refugiaron en su campo a la espera de que el Athletic resolviera sus sólidas líneas de defensa. Pero la inesperada desventaja aturdió a los de Bielsa. De un equipo con aroma anárquico se transformó a un conjunto predecible y lento. Como un elefante somnoliento, el Athletic se movió durante la primera parte con ritmo pesado y desorientado a las órdenes que dictaron los de Simeone. De hecho, la posesión del balón casi absoluta de los vizcaínos únicamente sirvió para trasladar el esférico sin mordiente de un lado a otro del campo pero sin acercarse al área contraria. Los únicos frutos que lograron con tanta indecisión fueron un centro colgado a Llorente que no acertó a golpear y un disparo lejano de Muniain.

En cambio, en el Atlético, Falcao y sus compañeros demostraron saber jugar las finales. Sus desmarques, su presión y el desconcierto de Aurtenetxe y Amorebieta propiciaron el segundo tanto. Tras un saque de esquina los centrales del Atlético permanecieron en campo contrario y la insospechada presencia de Miranda provocó un nuevo error de Amorebieta y el servicio de Arda Turan para que Falcao volviera a enseñar que está destinado a los momentos cruciales. El colombiano recogió un balón, envió a Aurtenetxe al suelo con un recorte y su zurda volvió a conseguir un gol. Otra pieza cazada en su terreno de caza.

Courtois responde

La segunda parte presentó un escenario distinto con el doble cambio de Bielsa. Entraron Ibai Gómez e Iñigo Pérez, prescindieron de las reservas defensivas, aumentaron la velocidad y azuzaron a los de Simeone con galopadas. Pero ante el asedio bilbaíno respondió el Courtois más seguro de la temporada, mariscal en los balones aéreos en busca de Llorente. Salvó el belga disparos lejanos, a bocajarro y hasta balones rebotados dentro del área. La dosis necesaria de superhombre que se imprimirá en la placa de los recuerdos.

A pesar de la nueva atmósfera, los madrileños no dudaron de su estilo. Es más, los de Simeone apuntalaron su triunfo con sus amenazas. Cuando Falcao, Diego o Arda Turan pisaron el campo contrario se multiplicaron los nervios de los zagueros de Bielsa. Solo el poste evitó que Falcao celebrara su triplete y acabara antes el partido. Para borrar las tradicionales dudas de los atléticos, Diego heredó su decisión para sentenciar la final con un contragolpe al trote que acabó con un slalom ante Amorebieta -otra vez víctima de los talentos atléticos-. El tanto del brasileño acabó con cualquier ilusión de los jóvenes del Athletic, que certificaron su noche sin suerte en un disparo de Ibai Gómez al larguero.

Con el trofeo conquistado el Atlético recibió el premio a un increíble periplo por el Viejo Continente con doce victorias consecutivas que ya suponen un récord absoluto en Europa. Además, Falcao inscribió con letras de oro su nombre en un torneo conquistado dos años consecutivos con dos equipos diferentes a los que aportó 17 y tantos respectivamente. Laureles y récords para un conjunto construido a imagen y semejanza de Diego Simeone. Seriedad y concreción. Un golpe certero y al refugio. Un sistema impensable para las eternas vacilaciones atléticas que se ha revelado efectivo en el terreno más inesperado. Y Falcao. Porque el colombiano siempre será el héroe de una final que decidió con su acierto y el trabajo de sus compañeros. Al Athletic le queda la Copa pero Radamel ya tiene otro trofeo.