Los autores ven el cómic como soporte para el periodismo
BARCELONA.Actualizado:Importa el rigor, no el soporte. Esa es la consigna de los creadores que utilizan el cómic como vía legítima para sus trabajos periodísticos «documentales» sin temor a críticas por la subjetividad que conlleva una viñeta, y entre ellos están el veterano Joe Sacco, el curioso Guy Delisle y la joven Sarah Glidden.
Glidden, estadounidense, de 32 años, con varios premios en su haber, y que visita Barcelona con motivo del Salón Internacional del Cómic, prefiere huir de encasillamientos cuando le piden que defina su trabajo de no ficción. «Depende de lo que tenga entre manos. Si solo trabajo texto, entonces mi papel es de escritora, cuando realizo un reportaje ilustrado soy periodista gráfica, mientras que si estoy contando una historia actúo como una autora de cómic», explica a Efe.
La norteamericana ha realizado diversos reportajes ilustrados sobre Oriente Medio, donde documentó el activismo de un artista palestino y los problemas de los refugiados provocados por la guerra de Irak que viven en Siria. Es autora de 'Una judía americana perdida en Israel' (Norma), una obra en la que contaba sus experiencias en el transcurso del viaje que hizo a este país para reencontrarse con sus raíces hebreas.
Joe Sacco, quizás el nombre más representativo de este grupo de autores, es consciente de las reservas que genera el cómic como forma de ejercer periodismo. Este artista aparece en sus obras como el periodista que pregunta e investiga, que dibuja «con la verdad esencial en la mente no con la literal», asegura el autor de 'Reportajes' (Mondadori). Una antología con varios de los trabajos de investigación que ha realizado para la prensa en zonas de guerra y conflicto del siglo XXI.
Los trabajos del francocanadiense Guy Delisle recuerdan a esos programas de televisión que siguen a compatriotas por el mundo, aunque en este caso, con una mirada mucho más reposada y un fino humor, fruto de la perplejidad que le provoca lo que rodea. 'Crónica de Jerusalem' -Mejor álbum del Salón del Cómic de Angoulême 2012- vuelve a utilizar esa peculiar estructura narrativa: vagabundea por las ciudades, como un observador curioso.