Grecia vota contra los recortes y roza el caos
El colapso de los dos partidos fieles al guion de la UE y el triunfo de siglas radicales amenazan con un Gobierno inestable
ATENAS.Actualizado:El pueblo griego por fin ha podido hacerse oír en las urnas, tras dos años de tremendos recortes, y se ha desahogado en un bronca histórica que convulsiona su Parlamento, después de 38 años de democracia de rutinario bipartidismo, y amenaza con un incierto periodo de inestabilidad. Desde 1974 los dos partidos tradicionales, los únicos que han tragado con el guion de austeridad marcado desde la UE, el conservador Nueva Democracia (ND) y los socialistas del PASOK, siempre acaparaban el 80% de los votos y uno de los dos ganaba con mayoría absoluta, pero se han desplomado, en total, por debajo del 35%. Quizá ni juntos logren la mayoría, según los primeros resultados. Es lo que vaticinaban los sondeos y la solución de emergencia para la UE y el euro era que gobernaran en un bloque de emergencia, aunque se odian. Pero anoche no estaba claro ni eso. Acariciaban o superaban por los pelos la mayoría de 151 escaños, lo que tampoco da mucha tranquilidad.
En el mejor de los casos Antonis Samaras, líder de ND, y Vangelos Venizelos, del Pasok, están condenados a unirse en una coalición innatural y litigiosa, la misma que ha mantenido con vida al último Gobierno desde noviembre, presidido por el técnico Lucas Papademos, que quizá puede repetir como hombre de consenso. Una alianza, además, que Samaras ha insistido que no pensaba volver a pactar. Aunque anoche ya se mostró dispuesto a «un Gobierno de salvación nacional», como Venizelos. En la peor hipótesis ambas formaciones deberían echar mano de una tercera fuerza, pero la novedad y el problema es que probablemente no la hay. Porque, al margen de los resultados definitivos que resolverán hoy el enigma, la gran noticia es el derrumbe de ND y Pasok ante la furiosa irrupción en la cámara de al menos cinco formaciones, todas extremistas, de izquierda y derecha. Son contrarias a los compromisos firmados con los organismos internacionales que han permitido hasta ahora salvar a Grecia de la quiebra. Y algunas, incluso, son partidarias de abandonar el euro. Sin embargo, en teoría, el nuevo Gobierno no tiene mucho margen de maniobra: en junio debe aprobar otro recorte de 11.500 millones y recibe la primera visita de la 'troika' -FMI, BCE y Comisión Europea- para vigilar sus deberes.
En esta nueva tropa de siglas radicales, como se preveía, entran en el Parlamento los neonazis de Amanecer Dorado (Chrissy Avhi), uno de los síntomas impensables y definitivos de una gran ira social, paralelo a éxitos recientes de otras formaciones similares en Europa. Aunque en el caso griego choca aún más, tras un régimen fascista, la ocupación nazi y la dictadura de ultraderecha de los Coroneles hasta 1974. En 2009 obtuvieron el 0,23% y, con los datos de anoche, alcanzaban el 6% y 18 escaños. El líder de Nuevo Amanecer, Nikolaos Michaloliakos, de 55 años, estaba ayer muy crecido: «¡Temblad, estamos llegando, seguiremos nuestra lucha dentro y fuera del Parlamento!».
La otra sorpresa es que el derrumbe del Pasok es de tal magnitud que anoche se arriesgaba a perder incluso la primacía de la izquierda y podía quedar relegado al tercer puesto, tras la formación radical SYRYZA, que tuvo un espectacular ascenso. «Después de dos años de barbarie la democracia ha vuelto -anunció su líder, Alexis Tsipras-. La gente ha lanzado un mensaje alto y claro a Europa». El Pasok, que triunfó cómodamente en 2009 con un 44% de los votos, ha pagado duramente los dos años y medio de gobierno de Giorgios Papandreu, que tuvo que acometer a su pesar los planes de ajuste tras encontrarse un enorme agujero en las arcas públicas. El Ejecutivo anterior, de ND, había trucado las cuentas, aunque los excesos venían de años de gobiernos corruptos e irresponsables. El papel del partido conservador ha sido mezquino. Pese a su directa responsabilidad en el desastre ha desarrollado una oposición feroz.
Los griegos han votado contra el sistema y contra lo que consideran una injerencia humillante, la imposición de una rigurosa austeridad desde el exterior. Sin embargo el futuro no ofrece esperanzas de mejora: seguirá siendo eso o la quiebra.