Las listas
Actualizado: GuardarGenerar derechos es una opción política desprendida, en cambio recortarlos tiene el sabor agrio de la revancha y el objetivo de establecer ciudadanos de diferentes categorías, los que pueden y los que no. A la sombra de la bonanza, se fueron conformando un plantel de derechos que nos parecían irrenunciables. Nunca en tan poco tiempo se consiguieron logros tan loables, en lo individual y en lo colectivo. De todos ellos, el derecho a la salud con mayúsculas, a través de un sistema sanitario gratuito, universal y accesible, era la envidia de todos.
Con un gasto por habitante inferior al del resto de países de nuestro entorno habíamos conseguido un grado de calidad y de eficiencia, que no se podría explicar sin el compromiso por lo público de los profesionales sanitarios y sin un aprecio por el mismo y un uso responsable de la población usuaria. La mayor cohesión entre clases sociales se ha producido a través del Sistema Sanitario. Ricos y pobres sabíamos en quien podíamos confiar nuestra salud y la de los nuestros. Nada, ni en educación, ni tan siquiera en justicia, nos ha hecho más iguales, mas semejantes, mas sabedores de que el trato nada tenía que ver con nuestra condición social.
Cuando queremos prescindir de cosas lo normal es que hagamos una lista, y de ella vayamos eliminando según criterios previamente establecidos, o simplemente al boleo. Ahora llega el momento de listar este derecho a la salud. Para no recortar sin ton ni son, el objetivo es elaborar dos listas, una de prestaciones y otra de personas beneficiarias.
En la primera se relacionaran los tipos de asistencia a los que vamos a tener derecho, para acto seguido empezar a excluir de la misma aquellas que no se consideren necesarias. Según el Ministerio de Sanidad, las intervenciones de varices y las de los dolorosos juanetes entrarán en el apartado de cirugía estética, y no serán financiadas por el sistema público.
En la otra lista se incluirán a las personas que tienen ese derecho a la salud. De la misma desaparecerán los inmigrantes no regularizados, los que no cotizan, los parados de larga duración, los que nunca han gozado del lujo de trabajar por cuenta propia o ajena. Pasamos del sistema público a un sistema de aseguramiento con categorías diferentes, y donde se abren las puertas al sector privado. Retrocedemos varias décadas y volvemos a la antigua beneficencia, una cobertura para pobres y de una precaria calidad. El modelo que se propone obvia disciplinas fundamentales como la medicina preventiva, la promoción de la salud y la educación sanitaria. ¡Lo qué nos queda por ver!