Licores con sabor a Parque Natural
Emplean hasta una quincena de frutos autóctonos recolectados en la zona como almaraz, madroño, endrina y almez, entre otros Una familia de Grazalema recupera la tradición de elaborar productos alcohólicos
Actualizado: GuardarAlgarroba, madroño, majuelo, endrina, almez, arrayán. Frutos autóctonos de la Sierra de Grazalema que han caído en desuso pero de los que se puede extraer un rendimiento. Tradición, cultura y muchas ganas de innovar y apostar por lo de la tierra son ingredientes fundamentales para hacer el imposible y, en plena crisis mundial, encontrar oportunidades laborales donde a simple vista parece que no las hay.
Antonio Borrego y Fina Chacón son un matrimonio de Grazalema que han decidido poner en marcha uno de los proyectos artesanales más destacados e innovadores de la provincia. Han decidido dar uso a esos frutos de su entorno y recuperar parte de la tradición vinícola de la época, recuperando los tradicionales licores grazalemeños que cayeron en el olvido.
De momento todo es más un sueño que un negocio, por lo que la familia se apoya en su pequeño supermercado y su ferretería para salir adelante, aunque Antonio tiene mucha fe en que «el mercado andaluz sepa apreciar el valor de estos licores» y terminar haciéndose hueco en el mismo. De hecho, ya hay tiendas especializadas y de alimentos gourmet de Cádiz y Málaga que se han interesado en contar con estos exquisitos y curiosos caldos.
El proceso comienza con un paseo en el monte cuando Antonio recolecta hasta quince variedades de frutos, dependiendo de la época de cada uno, aunque antes las abejas ya han hecho su trabajo de polinizar los frutos que se utilizarán como materias primas. Sus paseos entre pinsapos y alcornoques, con su cesta de mimbre en mano, marcan el comienzo de todo un proceso que seguirá en una pequeña industria que han habilitado en una vieja nave agrícola en pleno corazón del Parque Natural de Grazalema. Dicho espacio agrícola se ha rehabilitado con ayuda del fondo europeo Leader de 18.700 euros aunque «todavía no hemos visto un duro», destaca Fina, por lo que de momento todo es fruto del esfuerzo de ese matrimonio.
Los frutos se echan en aguardiente, utilizando otros ingredientes naturales como clavo, manzanilla en flor o lavanda, entre otros, y se deja macerar durante meses, variando la cantidad de alcohol según la graduación que se quiera dar. La cantidad de meses que se deja macerando también depende del fruto del momento en el que se esté produciendo, variando entre 6 y 12 meses. Todo el proceso se lleva a cabo de forma natural y tradicional sin que las técnicas más modernas intervengan nada más que lo estrictamente necesario y de hecho ni siquiera se emplean conservantes ni colorantes.
Antonio ha recuperado esta tradición familiar que llevaban a cabo sus abuelos y bisabuelos y que desapareció hace una generación. Él tenía una espinita clavada y hace unos meses decidió desempolvar las recetas de la familia que tenía guardada y devolver la tradición licorera a un municipio que ya la daba por perdida. Para ello, se hizo con la autorización para poder recolectar y utilizar los frutos autóctonos que hay en la zona y junto a su mujer decidió lanzarse a conquistar su sueño.
Ilusiones
Con todas las ilusiones y esperanzas que han puesto en esta empresa, prácticamente han dado a luz al que es su quinto hijo, Licores Grazalemeños, y con mucho esfuerzo y trabajo ya comienzan a ver la luz. Actualmente, los licores se pueden encontrar en su supermercado de la calle Las Piedras, donde cada vez son más los turistas que vienen buscándolos por «su sabor especial», destaca Fina Chacón.
El proyecto se encuentra prácticamente naciendo y sus defensores tratarán de que se convierta en una auténtica joya emanada del corazón del Parque Natural de la Sierra de Grazalema. Además, no descartan cualquier tipo de posibilidad vinculada a este proyecto y de hecho, sin haber enfocado el negocio por esta vía «ya son muchos los visitantes de Grazalema a los que les hemos mostrado cómo preparamos estos licores artesanales», destacan.