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El suicidio de los andalucistas

JAVIER RODRÍGUEZ
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E l último post que aparece en el blog personal de la ya exsecretaria general del Partido Andalucista (PA), Pilar González, se titula 'Coraje y esperanza'. Es un texto que nada tiene que ver con lo ocurrido esta semana en las entrañas del partido, pero sí que refleja con crudeza ese sentimiento andaluz que nos coloca en el furgón de cola y de la necesidad por pasar, de una vez por todas, a la clase preferente. Pilar González ha abandonado las filas del andalucismo en mitad de una guerra abierta. Más bien de una vendetta entre compañeros de partido. Ha dejado la organización tras comprobar que un grupo de personas ha utilizado su correo electrónico para ofrecer una interpretación interesada de lo que iba a ser un debate interno sobre el futuro del andalucismo. Quería una reflexión. Un sector del partido la acusa de querer dinamitar la organización y pretender una escisión política con un nuevo partido. La situación del PA es idéntica a la que ha vivido Andalucía desde siempre. Nunca ha podido despuntar por su falta de unidad, algo que tienen muy bien aprendido catalanes y vascos. Pilar González fue cabeza de lista del PA por Cádiz en las pasadas elecciones autonómicas y dio un ejemplo de coraje y esperanza a una provincia tan castigada por el paro. Una de las confesiones que más llamó la atención fue las dificultades que tenía su organización para afrontar la campaña electoral y reconoció que había pedido un crédito personal para cubrir los gastos. «La política me cuesta dinero», dijo durante un desayuno con periodistas. Su discurso, más que político, era romántico, pero reconozco que es de esas personas convencidas de lo que hacen. Su salida deja a la organización muy tocada. Es la triste historia del PA, que ya no cuenta con representación ni en el Congreso y tampoco en el Parlamento andaluz. Atrás quedan históricos como Pedro Pacheco, Julián Álvarez, Antonio Moreno y Antonio Ortega. El partido, mermado económicamente y con unos resultados electorales que lo han dejado en fuera de juego, se enfrenta ahora a una nueva y difícil recomposición. El último espectáculo es el prólogo de su final.