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MUNDO

Ascensión y caída de una heroína

La cárcel, su frágil salud y la huelga de hambre están destruyendo a Julia Timoshenko

RAFAEL M. MAÑUECO CORRESPONSAL
MOSCÚ.Actualizado:

Se la conoce con distintos sobrenombres: la 'Pasionaria ucraniana', la 'princesa del gas', por sus antiguos negocios, y la 'dama naranja', por su papel clave en la revuelta en contra del fraude electoral en las presidenciales de noviembre de 2004. También la llamaban 'Lady Yu', por su proximidad ideológica con el entonces presidente, Víctor Yúshenko, un aliado político con el que terminó rompiendo. Delicada, glamurosa y elegante, pero también dura y despiadada. Al menos eso piensan de Julia Timoshenko sus numerosos detractores. Sabe encender a las masas en los mítines por su brillantez y elocuencia. Es como Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, pero con el encanto de Evita Perón.

«Ha llegado el momento de despejar el camino y quitar de en medio todo lo que estorba. Hay que hacer que la gente sienta que el poder ha cambiado, que pueden trabajar y ganar dinero tranquila y libremente sin el yugo de la corrupción», afirmó nada más tomar posesión como primera ministra en febrero de 2005. Su irresistible ascensión fue resultado del inmenso apoyo obtenido gracias al triunfo de la 'Revolución Naranja', en la que tuvo mayor protagonismo que Yúshenko.

Pero desde entonces ha llovido mucho. La 'princesa del gas', partidaria de la integración de su país en la Unión Europea y la OTAN, está ahora en las horas más bajas de su existencia. Purga desde agosto del año pasado una pena de siete años de prisión en un penal de Járkov por «abuso de poder». Alcanzó un acuerdo con Vladímir Putin para la adquisición de gas ruso a un precio considerado altamente perjudicial para los intereses de su nación. Afronta además un segundo proceso, en su día archivado por falta de pruebas, por evasión fiscal que podría elevar la condena a 12 años.

Su estado empeora por momentos. Una hernia discal la obliga a permanecer casi inmóvil. Por si no fuera suficiente, tres empleados del centro penitenciario la obligaron el mes pasado por la fuerza a trasladarse a un dispensario para recibir tratamiento. Ella se resistió y se la llevaron en volandas. En el forcejeo sufrió magulladuras que logró fotografiar durante una visita Nina Karpachova, la defensora del pueblo ucraniana, y distribuir después entre los principales diarios. Desde entonces mantiene una huelga de hambre que la está debilitando y agravando su ya deteriorada salud.

«Timoshenko no come nada desde hace dos semanas, bebe solo agua y está perdiendo mucho peso. Permanece además casi todo el tiempo acostada porque no puede moverse», asegura su abogado, Serguéi Vlásenko. Su hija, Evguenia, asegura que «nos estamos quedando sin tiempo. No sabemos cuánto puede aguantar mi madre con la huelga de hambre». El domingo pasado, a través de un texto publicado en el diario 'Frankfurter Allgemeine Zeitung', Evguenia pidió a Berlín que interceda «antes de que sea demasiado tarde».

Con la ayuda de sus partidarios, su familia y algunos de los países más poderosos del mundo, Timoshenko está librando una dura batalla por su libertad. Todos ellos estiman que los cargos que se le imputan son ficticios y que el motivo real de la persecución que sufre tiene naturaleza exclusivamente política. «Si aplicásemos la misma vara de medir a los actuales dirigentes ucranianos, tendrían que estar todos ellos en prisión y con condenas mucho más prolongadas», sostiene Sakén Aimurzáyev, corresponsal en Ucrania de la emisora Eco de Moscú.

El que fue consejero de la 'dama naranja' cuando era jefa del Ejecutivo, Oleg Medvédev, considera una «monstruosidad» que el actual presidente, Víctor Yanukóvich, utilice una forma tan «burda» de acabar con su principal adversario político. En la segunda vuelta de las últimas presidenciales, las del 7 de febrero de 2010, Timoshenko obtuvo el 45,66% de los votos frente al 48,76% de Yanukóvich. «La diferencia fue solo de un 3%», insiste Medvédev.

Boicot a la Eurocopa

Yanukóvich, sin embargo, defiende el encarcelamiento de su rival. «Ucrania se ha convertido en rehén de acuerdos gasísticos esclavizantes que nos han dejado una enorme deuda externa. Quienes empujaron al país al abismo, fuera cual fuera su cargo, deben asumir su responsabilidad». Esta pugna está poniendo en peligro la Eurocopa de fútbol 2012, que se celebra en Polonia y Ucrania entre los días 8 de junio y 1 julio. Los políticos de varios países de la UE ya han anunciado su propósito de boicotear el anhelado campeonato.

La 'Pasionaria ucraniana' procede de la ciudad de Dniepropetrovsk, en donde nació el 27 de noviembre de 1960. Justo en esta localidad tuvo lugar, hace una semana, una misteriosa cadena de explosiones que hirieron a una treintena de personas. Se licenció en Economía en la universidad local y, como solía ser común en aquella época, ingresó en el Komsomol (juventudes comunistas). Allí empezó a poner de manifiesto sus dotes para la política, pero prefirió dedicarse antes a los negocios.

Gracias a la ley de cooperativas aparecida durante el mandato del líder soviético, Mijáil Gorbachov, Timoshenko abrió un videoclub siendo todavía estudiante. Después tocó más alto creando, junto con su suegro y su marido, la empresa Sistema Energético Unificado de Ucrania. Aseguran que amasó una fortuna, aunque -según ella misma suele proclamar- el Estado la dejó después «sin un céntimo». La Justicia de Moscú la puso en el punto de mira en 1996 por el supuesto soborno de varios generales rusos. Sin embargo, logró que, en 1997, Ucrania saldara la enorme deuda que tenía con el gran país vecino por el suministro de gas.

Su gran conocimiento de los entresijos de los herméticos negocios de las compañías de gas y petróleo rusas la recomendaron para ocupar en Ucrania el cargo de viceprimera ministra encargada de Energía entre 1999 y 2000. Dedicó todo su esfuerzo a sacar el sector energético del área sumergida de la economía y a hacerlo competitivo. Pero su excesivo celo en conseguirlo le costó el puesto. Poco después cayó también Yúshenko, que era entonces el jefe del Gobierno.

Timoshenko fue entonces acusada de importar gas de Rusia sin pagar aranceles y de evasión fiscal. Detenida en dos ocasiones, pasó en prisión preventiva un mes y medio. Aquellos delitos, supuestamente cometidos en los años 90, nunca pudieron probarse. Detrás de la persecución a la que fue sometida, la 'dama naranja' vio la mano del entonces presidente, Leonid Kuchma, y decidió combatirle sin piedad. El asesinato del periodista Gueorgui Gongadze sirvió a Timoshenko de pretexto para organizar una ola de movilizaciones contra Kuchma. Se convirtió así en la cara visible de la oposición.

Para cambiar las cosas había que conquistar el poder en las presidenciales de 2004 y Timoshenko se unió a Yúshenko. Después vino el pucherazo, la 'Revolución Naranja' y la victoria. Yúshenko fue elegido jefe de Estado y ella fue puesta al frente del Gobierno. Duró poco porque su compañero de barricada la destituyó a los siete meses por lanzar una campaña anticorrupción demasiado severa. Timoshenko regresó al Ejecutivo otra vez como primera ministra en 2007.

En enero de 2009 firmó con Putin el polémico acuerdo del gas que la ha llevado ahora a la cárcel. Después las relaciones con su socio de coalición se hicieron insufribles. Concurrieron a las presidenciales de 2010 por separado. Yúshenko quedó descolgado en la primera vuelta mientras Timoshenko perdía en la segunda ante Yanukóvich. Finalmente, fue destituida como primera ministra en una moción de censura iniciada por el partido de Yanukóvich en marzo de 2010.