Murdoch-Cameron, los apuros de una pareja de éxito
El magnate mediático sufre el descrédito público mientras el primer ministro atraviesa su momento más amargo
MADRIDActualizado:La comisión que investiga el caso de las escuchas ilegales en la prensa británica ya ha censurado la gestión del magnate Rupert Murdoch, a quien considera que "no está en condiciones de dirigir una gran empresa internacional", pero la mancha de aceite del escándalo sigue expandiéndose. El centro de interés ya ha girado hace tiempo desde el imperio mediático del empresario de origen australiano, tocado y a la defensiva, hacia las implicaciones del primer ministro David Cameron.
La comisión creada por el propio Gobierno sigue avanzando de forma metódica, investigando los métodos fraudulentos sobre los que el semanario 'News of the World' montaba sus exclusivas a través del acceso ilegal a los buzones de voz y datos electrónicos de celebridades y famosos. Sin embargo, cobran cada día más peso las múltiples y estrechas relaciones entre los directivos de News International, la filial británica del holding de Murdoch, y el Gobierno conservador. La documentación y correos electrónicos que salen a la luz van cimentando la sospecha de un trato de favor desde Downing Street para que News International se hiciera con el control del grupo de televisión de pago BSkyB.
Aparte del respaldo del grupo mediático al candidato conservador en las elecciones de mayo de 2010, las pasadas relaciones de amistad y cercanía con Cameron suscitan ahora algo más que sonrojo. El hijo de Murdoch, James, se reunió con el primer ministro en noviembre de ese año, cuando comieron en familia en la residencia oficial campestre de Chequers, y el 23 de diciembre ambos asistieron a un cena navideña organizada por la consejera delegada de News International y ex directora del 'News of the World' y 'The Sun', Rebekah Brooks.
El Ejecutivo británico ha ido sacrificando peones sobre los que la presión de la sospecha se hacía insoportable, como Andy Coulson, ex director de 'News of the World' y portavoz del Gobierno conservador, o Adam Smith, asesor del actual ministro de Cultura, Jeremy Hunt, responsable de autorizar la compra de la cadena BSkyB. De momento, Hunt permanece en el cargo, aunque nuevas revelaciones pueden acabar por derribarle. Detrás de él ya solo queda Cameron.
Un claro indicio de la falta de ética que emana de escándalo la aportó el propio Murdoch, quien se atrincheró en su 'ceguera involuntaria' ante las prácticas fraudulentas en sus medios, pero sí se atrevió a defender sin titubeos el espionaje: "Es justo -declaró- cuando se trata de personas que se han situado como iconos o grandes actores (…). Las figuras públicas no tienen derecho a la misma privacidad que el hombre de la calle". Abierta la veda y asumida como natural esta vulneración de derechos, el problema fue que nadie estaba a salvo de estas intromisiones, no solo los famosos. La revelación hecha por 'The Guardian' de que se había accedido al buzón de una niña secuestrada y asesinada fue la espoleta que activó el escándalo.
El varapalo de las municipales
Las desgracias nunca vienen solas y tras la entrada del Reino Unido en recesión, los conservadores sufrieron el pasado jueves un importante varapalo en las elecciones municipales. Aunque tradicionalmente esta consulta local a mitad de legislatura ha supuesto tradicionalmente un castigo al Gobierno, en esta ocasión el retroceso ha sido espectacular. Para colmo de infortunio, el único consuelo de la jornada para el primer ministro fue el triunfo del ambicioso Boris Johnson, que retuvo de forma ajustada la alcaldía de Londres y ve reforzada su figura ante una futura e hipotética disputa del liderazgo conservador.
Y si esta pasada semana ha sido nefasta para Cameron, la que viene tampoco promete aliviar el panorama. Ante la comisión parlamentaria deberán comparecer Rebekah Brooks, y Andy Coulson, que deberán contrastar sus testimonios con la explosiva documentación que va saliendo a la luz. El único alivio para el líder 'tory' es que las elecciones generales serán en 2015, un plazo político muy largo en el que aspira a mejorar su suerte.