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Sociedad

LO QUE ESTÁ EN LOS LIBROS

HOJA ROJAYOLANDA VALLEJO
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No hace falta tener dos dedos de frente -o quizá sí- para saber que cualquier medida de control ideológico, político, social en definitiva, pasa por la purga de los libros. Fiscalizar lo que otros leen resulta tan atractivo para quien se cree en la posesión de la verdad, que siempre son los libros los primeros que desfilan por el paredón del olvido. Y es que todo, como decía aquella ñoña canción de Vainica Doble -sí, las que se hicieron famosas con las manos en la masa, también-, todo está en los libros, en libros llenos de palabras, de ideas, de libertad, de poesía, de esa arma cargada de futuro de la que hablaba Gabriel Celaya. Cada sociedad, entendiendo la sociedad en unas coordenadas espacio temporales, tiene su propio gusto literario, como cada lector tiene su libro o su autor favorito y de eso podrían hablar, y mucho, los libreros que desde ayer están de feria en Cádiz. Porque a pesar de la crisis -odio esta expresión-, a pesar de la tristeza ambiental, ninguna cita congrega en esta ciudad a tantos devotos, ninguna consigue convocar año tras año a tantos peregrinos dispuestos a celebrar la romería del libro en esa ermita tan lejana de la Candelaria que ya se ha consolidado, pese a todo, como un lugar de culto. Tal vez porque seguimos considerando la cultura como un referente lejano y porque hemos elevado a la categoría de lo sagrado el acto de comprar un libro, de entrar en una librería, de asistir a la presentación de una obra, nos sentimos llamados a participar en la ceremonia del libro como un miembro más de una comunidad de iniciados. Tal vez porque hemos llegado a convertir la lectura en una hazaña propia de héroes y semidioses, seguimos año tras año cumpliendo con el ritual de acudir a la Feria del Libro, porque después de todo, nos seguimos sientiendo vivos.

Y eso que el programa de la feria es para pensárselo dos veces, no tanto por su contenido, sino por su continente y porque en pleno ataque de 'horror vacui' uno es capaz de cualquier cosa. ¿De verdad es necesario hacer hasta tres presentaciones -ojo, que mañana hay seis- en un mismo día, con apenas una hora de diferencia como si fuera la sección continua de un cine de barrio? ¿En serio que 'La calle de las letras' -único referente a la literatura hispanoamericana, a la que está dedicada la feria- puede tener público un martes o un jueves a la una y cuarto de la tarde? ¿Creen en serio que es buena idea sacarla del Baluarte de la Candelaria en vez de hacerle un nido en su campanario y dejarla que allí crezca? Parece que nadie le dijo a los organizadores aquello que cantaba Fangoria, sí, recuerde 'lo poquito siempre agrada y lo mucho enfada (absolutamente)', que es la versión cool del hispánico refrán de lo poco agrada y lo mucho cansa.

Mi abuela, sin embargo, decía que lo poco espanta y lo mucho amansa. Al final va a ser eso, intentar que a fuerza de empachos, aborrezcamos la única medicina que nos puede curar. No haga caso al programa -no mucho caso, quiero decir- pero acuda a la cita. Ríndase un año más al tesón y al buen hacer de nuestros libreros, elija su propio remedio para la crisis, viaje de una forma barata a esos lugares con los que siempre soñó, trace su propio mapa del tiempo y lea. Lea mucho, lea todo lo que está en los libros, crea -como el príncipe de Benavente- que todo está en los libros. Eso es lo único que no le van a poder quitar.