EE UU da la espalda a Chen Guangcheng
El personal de la Embajada abandona al activista chino desde que salió de la legación para evitar tensiones diplomáticas
Actualizado:A los leones. Estados Unidos ha abandonado a su suerte a Chen Guangcheng. Peor aún, lo ha entregado a las autoridades chinas, airadas por la huida del abogado que expuso los abortos forzosos a los que eran sometidas miles de mujeres de las zonas rurales. Por lo visto, entre las prioridades de la superpotencia norteamericana se encuentra la protección de las relaciones con China, pero no la defensa de un activista ciego amenazado por el régimen de Pekín.
Es lo que se deduce de lo sucedido en los dos últimos días en la capital china. Porque en esas 48 horas la Embajada estadounidense ha dejado marchar a Chen, quien se había refugiado en el complejo diplomático días antes, tras haber escapado del arresto domiciliario al que estaba sometido, y ninguno de sus funcionarios lo ha acompañado en el hospital de Chaoyang, adonde se trasladó teóricamente después de haber llegado a un acuerdo con las autoridades chinas, a pesar de que manifestó su deseo de solicitar asilo político tras haber recibido amenazas. Antes había insistido en quedarse en China para continuar con su lucha «por la libertad», pero el miedo a represalias contra su mujer y sus dos hijos -de 10 y 6 años de edad-, le hicieron cambiar de opinión.
Pero no han servido ni siquiera las súplicas para que le dejen abandonar China con su familia a bordo del avión que ha llevado a Pekín a la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Nada más aterrizar el miércoles, la jefa de la diplomacia de EE UU aseguró que China había garantizado un trato humano para Chen, que ha pasado el último año y medio encerrado de forma ilegal en su casa de Linyi, y que incluso le permitiría estudiar una carrera universitaria en un ambiente seguro. «Hacer que este compromiso sea una realidad es el próximo paso», sentenció.
No obstante, Clinton aseguró que esa última será tarea de la prensa. Y quedó claro que Estados Unidos no quiere enfangarse más en este asunto cuando Chen trató de comunicar con la Embajada y nadie respondió a su llamada. «Estoy muy decepcionado con el Gobierno estadounidense», aseguró en una entrevista con el canal CNN. «Creo que no han protegido los derechos humanos en este caso».
Chen también contó que su mujer había sido atada a una silla durante dos días y golpeada en el interrogatorio al que le sometieron los guardas de su casa después de darse cuenta de su huida. Y también afirmó que recibió presiones por parte del personal americano para que abandonase la legación diplomática. Sin duda, el Ejecutivo de Obama no quiere irritar al Gobierno de uno de sus principales socios comerciales y del país que tiene en sus manos gran parte de la deuda estadounidense.
Ayer, la situación no mejoró. Al contrario. Los periodistas extranjeros que tratan de cubrir la noticia desde el propio centro sanitario desempeñan ahora su labor bajo el acoso de los efectivos de seguridad que se han instalado en el hospital. Diferentes corresponsales denunciaron en Twitter que les habían amenazado con cancelar sus credenciales de prensa o sus visados, y la censura sobre el asunto es casi total en China. La BBC se queda en negro cada vez que se menciona a Chen, y el abanico de términos prohibidos en Internet crece sin cesar.
Única respuesta oficial
La única respuesta oficial por parte del Gobierno chino a este embrollo llegó a través de la protesta del portavoz de Exteriores, que exigió una disculpa de Estados Unidos. Ayer un editorial del diario Global Times añadió alguna idea. «No tiene ningún sentido utilizar el caso de Chen para criticar la situación de los derechos humanos en China, que han mejorado con el tiempo», se leía. No obstante, todos los activistas y disidentes relacionados aunque sea remotamente con Chen han sido arrestados o están desaparecidos.
A pesar de todo, Clinton sonrió ayer durante las reuniones que mantuvo con la cúpula del poder chino. Su único disparo se produjo al inicio de la cumbre anual: «Todos los gobiernos deben dar respuesta a las aspiraciones de los pueblos, y ninguna nación debería negar el derecho a la dignidad y al Estado de derecho». Pero poco después matizó: «Debido a las diferencias existentes entre nuestros países es imposible que China y Estados Unidos nos miremos a los ojos en todas las cuestiones».