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ARTE

El arte nómada de Nacho Criado

El Reina Sofía rescata las pioneras creaciones de un artista que se anticipó por los vericuetos de la modernidad

MIGUEL LORENCI
MADRIDActualizado:

La muerte segó la vida de Nacho Criado tan prematuramente como la de su colega Juan Muñoz. Ambos protagonizaron aventuras creativas únicas que abrieron nuevas vías y atrajeron la atención internacional a la creatividad ibérica. Muñoz alcanzó un reconocimiento global que Criado habría igualado a buen seguro, ya que la potencia y la osadía de las propuestas de ambos es pareja. Se puede comprobar en la doble muestra que el Museo Reina Sofía dedica hasta el otoño a Criado en dos de sus espacios más privilegiados, los palacios de Velázquez y de Cristal de Parque del Retiro. El primero repasa el grueso de la obra de este avezado pionero, un nómada del arte cuyas obras son como machete que abre caminos en la selva; un creador realmente original y singular que se anticipó a casi todo llevado de una intuición nada común. En el segundo se recrea la instalación múltiple que creó para ese espacio en los primeros noventa.

Bajo el título genérico de 'Agentes colaboradores' ambas muestras conforman la más completa retrospectiva de Nacho Criado (Mengíbar, 1943-Madrid, 2010). Recorren cuatro décadas de trabajo en lo que constituye la primera y gran revisión de su legado tras su temprana desaparición en 2010, víctima del un implacable cáncer. Algo para lo que ha sido crucial la colaboración de su hijo Gonzalo, enfrentado a la "agridulce" sensación de "resucitar" unas instalaciones que, de no ser por esta puesta en valor, se habrían perdido quizá para siempre.

El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, tiene muy claro que Criado "es uno de los más importantes artistas del panorama artístico español de los últimos años". Elogia Borja-Villel su genio "múltiple" su "capacidad de anticipación" y una "perspicacia a inteligencia nada comunes" que le llevaron "a no imitar a nadie y indagar en las fuentes más primordiales de la creación". "Hacer una exposición sobre Nacho Criado es un reto de enorme dificultad, por su forma de trabajar. Para él era más importante el proceso que la obra en sí" dice el director del 'reina'. Un Borja- Villel que tiene a Criado por alguien "irreductible a las tendencias o a una poética determinada". "Su obra se escapa a cualquier definición, parece un empeño colectivo; es única y ha sido precursora de muchas cosas que han venido después en este país" resume Borja-Villel.

Criado es apreciado, en efecto, por sus aportaciones como pionero del arte conceptual y a la escultura experimental. Sus esculturas de vidrio molido o triturado, sus películas y sus hierro, cobre y bronce de gran y pequeño formato eran una atractiva rareza que generó un sinfín de imitadores. Una obra singular y poderosa que pivota sobre conceptos como tiempo, cambio, proceso, movimiento, duración o cuerpo, según apuntó el comsario, Remo Guidieri.

Tampoco emuló Criado a sus maestros, a los que dedica homenajes explícitos mediante un enriquecedor diálogo con artistas como Marcel Duchamp ('Prèt-à-porter'), Samuel Beckett, Mark Rothko ('Homenaje Rothko), Beuys, Yves Klein o el grupo ZAJ ('Excavación Zaj') rastreable en muchas de las ochenta pieza reunidas en el Palacio de Velázquez. Este espacio ofrece una amplia visión de sus cuatro décadas de trayectoria, mientras que en el Palacio de Cristal se muestra el conjunto de siete piezas de gran formato especialmente producidas para este entorno y que formaron parte de la exposición 'Piezas de agua y cristal', que Criado presentó en 1991 en el mismo lugar. Tuvo una primera intervención en este espacio en 1977 con un multidisciplinar y paradójico juego con los conceptos de autoría y de anonimato, de modo que su regreso supone un insólita regreso, ya que ningún artista había intervenido tres veces en este singular pabellón.

Reflexión

Ambas muestras recorre toda su trayectoria, desde sus piezas iniciales en madera carcomida por la polilla (sus 'agentes colaboradores') hasta sus monumentales y características esculturas de hierro y cristal, además de fotos, maquetas, instalación, arquitecturas, dibujos y vídeos ('Blanca y Javier comiendo manzanas'). Y es que Criado utilizó a lo largo de su carrera esa en enorme variedad de medios y soportes para reflexionar sobre conceptos como el tiempo y el devenir, el contraste entre la idea y la materia, el destino de la obra de arte dentro de una dialéctica de construcción y destrucción, o el sentido de la ruina y el desecho. Una reflexión a menudo cínica e irónica que logar hacer cómplice al espectador sin generar rechazo apuntada en su lema: "Nada que apoyar. Nada que soportar. Nada que objetar".

"Es un artista filosóficamente maduro que trata el tiempo desde un punto de vista metafísico", apunta Remo Guidieri, responsable de una selección que propone un acercamiento a las constantes y preocupaciones de su práctica artística. "Es moderno sin paliativos. Por su precoz visión de las tendencias es y será internacional, ya que forma parte de la modernidad desde el momento que la asume con algo que prácticamente no termina de terminar nunca" apunta el comisario". Cree Guidieri que su indagación sobre el tiempo es pareja a la de Mark Rothko

Criado realizó estudios de Arquitectura y Sociología en Madrid y Barcelona. En 1969 se instaló en Madrid, lugar de residencia y creación hasta su muerte. Precoz e intuitivo, sin apenas haber salido de España, acertó a comprender qué se cocía en las vanguardias desde mediado de los sesenta y a moverse sin pretensiones en la cresta de la ola. Sus creaciones minimal o conceptuales se exhibieron antes casi de que su hubieran acuñado las acepciones.

Premiado con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2008, recibió al año siguiente e Nacional de Artes Plásticas. Sus creaciones se han visto en los principales museos españoles.