El futuro imperfecto
Recibirán su merecido descalabro electoral los que pierdan el respeto a los ciudadanos y desprecien su inteligencia insistiendo en darles gato por liebre
DIPUTADO AUTONÓMICO POR EL PSOE DESDE 1996Actualizado:Esta semana Andalucía contará con un nuevo Consejo de Gobierno, tras la investidura del Presidente Griñan, garantizada por el pacto del PSOE con IU, que conforma una mayoría parlamentaria suficiente para la necesaria estabilidad institucional, con la que abordar la difícil tarea de afrontar la crisis económica, priorizando la creación de empleo y la sostenibilidad del estado de bienestar.
Enfrente tendrá a una oposición enrabietada porque no se han cumplido sus expectativas electorales, instalada en una estrategia destructiva en la que vale todo, aunque estén en juego los intereses generales de Andalucía y de los andaluces y dispuesta al hostigamiento institucional desde el Gobierno Central, al que ya viene utilizando como ariete político para generar desconfianza sobre la solvencia financiera de nuestra comunidad e imponer sus planteamientos ideológicos y sus recortes en los servicios y prestaciones públicas.
El escenario político, económico y social exige claridad de ideas y fortaleza política. El pacto puede aportarlas, porque responde al deseo de los ciudadanos manifestado en las urnas, se ha cimentado en la transparencia sobre el escenario financiero en el que debe llevarse a cabo la acción de gobierno y se construye con la decidida voluntad de los interlocutores, ratificada por los militantes y por los órganos de dirección de los partidos firmantes.
Están los mimbres, pero no será fácil hacer el cesto. Los artesanos de la política tendrán que insertar la gestión del día a día en el proyecto de legislatura, trenzar con maestría discreción y protagonismos, intereses y responsabilidades. Es el tiempo de la política con mayúsculas y triunfarán en el envite los que renuncien al regate corto, a los codazos y a las zancadillas.
En el nuevo escenario político el fracaso estigmatizará a quienes, olvidando el interés general de los andaluces, se obstinen en generar desconfianza, a los que se dejen secuestrar por el populismo social y por el patriotismo de partido.
Recibirán su merecido descalabro electoral los que pierdan el respeto a los ciudadanos y desprecien su inteligencia insistiendo en darles gato por liebre, los que se instalen en el ruido y no en las nueces, los que se dejen enredar por las grandes palabras y se olviden de los resultados. Quienes asumen responsabilidades de gobierno deben tener presente que los ciudadanos prefieren recibir las soluciones que demandan, que les recuerden los problemas que ya conocen y sufren.
Deberían bajarse de la nube mediática, sazonada de encuestas, aquellos a los que los ciudadanos han encomendado el papel de oposición, reflexionar y asumir los propios errores, en vez de insistir en el discurso de la descalificación y el insulto a los electores, en la estrategia de tierra quemada y acoso institucional al gobierno legítimo de Andalucía, a la que seguirán negando el pan y la sal en los presupuestos del Estado.
En esta nueva etapa, Andalucía puede jugar un papel protagonista en el escenario político, económico y social, a nivel nacional y europeo, si el pacto progresista es capaz de demostrar la capacidad para encarar el futuro con nuevas fórmulas y alternativas éticas y solventes, que permitan recuperar la confianza de nuestra sociedad en sí misma, manteniendo las conquistas alcanzadas con tantos esfuerzos.
En el difícil campo de juego que dibuja una crisis económica sin precedentes, las señas de identidad del nuevo gobierno deben ser la autonomía política y el dialogo institucional, el compromiso con la austeridad y la ética en el ejercicio de lo público y la participación activa de la ciudadanía en el desarrollo y la ampliación de la democracia.
El reto es demostrar que hay otra salida distinta a la que se intenta imponer desde los mercados, sobre la base exclusiva del principio de estabilidad presupuestaria, los recortes en derechos y servicios públicos y las privatizaciones. Una alternativa que cuente con los ciudadanos, que cubra sus necesidades, garantice sus derechos y revitalice la democracia y la credibilidad de la política.