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A los 102 años

Muere Netanyahu... Padre

El primer ministro israelí siempre ha reconocido su papel central en su formación, su visión política en el nacionalismo sionista y su condición de referencia moral

ENRIQUE VÁZQUEZ
MADRIDActualizado:

A los 102 años murió esta mañana en Jerusalén el historiador Benzion Netanyahu, recordado como autor de una fundamental y contribución a la historia del judaísmo español y padre del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien siempre reconoció explícitamente su papel central en su formación, su visión política en el nacionalismo sionista y su condición de referencia moral.

Al recoger hoy el hecho y esbozar una primera aproximación a la mutua inter-relación entre los dos hombres, el diario liberal 'Haaretz' reitera algo que se ha dicho, poco a poco pero finalmente de modo muy abierto: el primer ministro israelí, militante de la derecha nacionalista y laica, el Likud y de formación íntegramente estadounidense, ha sufrido una visible evolución en los últimos tiempos. No parece el de su primer gobierno (1996-99) su gestión rezuma introspección y cautela y parece persuadido, como lo estuvo su padre, de que hay una permanente “amenaza de exterminio” del pueblo judío, un posible nuevo holocausto al acecho.

De ensimismamiento califican algunos observadores esta conducta, que se traduce en una política destinada no solo a mantener una abrumadora superioridad militar sobre sus vecinos y/o potenciales adversarios, sino a encerrar un poco al país, incluso físicamente, con el recurso a muros y vallas materiales en vez de propugnar, como sostenía un cierto consenso social de siempre, la integración paulatina en el escenario regional como mejor medio de alcanzar la genuina seguridad, que es política por definición.

Más historiador que político

Benzion Netanyahu, judío polaco, hizo en su juventud una incursión en la política nacionalista activa y fue siempre de la mano del padre del ala ultranacionalista y del así llamado revisionismo sionista, el ruso Zeev Jabotinski. Llegó a ser lo que algunas notas esta mañana describen, imprecisamente, como una especie de “secretario” de aquel hombre incansable, solo treinta años mayor que él, y que murió poco antes de ver el nacimiento del Estado de Israel en 1948 tras la partición de Palestina del año anterior.

Le pudo su vocación académica y gracias a ella disponemos hoy de una obra literalmente imprescindible: “Los orígenes de la Inquisición”, summa de erudición e investigación inigualada, salvo en su extraordinario precedente, la “Historia de la Inquisición de España”, los cuatro tomos adorables del norteamericano, y no judío, Henry Charles Lea.

No es inadecuado decir aquí que ambos libros son difíciles de encontrar hoy. El de Netanyahu (1269 páginas) es solo de 1999 y estuvo disponible algunos años y hoy es una codiciada pieza entre los descatalogados. La obra magna de Lea está pidiendo a gritos una reedición de la meritoria, y hoy inencontrable que la benemérita “Fundación Universitaria Española” hizo en 1975. Ambas pueden ser leídas en inglés, pero a precios poco aconsejables, singularmente la de Lea, un verdadero incunable de la erudición al respecto.

Herencia y controversia

En su libro magno, sin duda muy motivado y a ratos destilando una emotividad que no conviene mucho al historiador, Benzion Netanyahu llegó a la conclusión, descrita en las últimas páginas con un tono un poco militante, de que la creación de la Inquisición fue obra, en definitiva, del racismo español, Hitler fue mencionado aquí y allá y la falta de autocontención del autor provocó alguna decepción y un cierto maremágnum.

Estas trifulcas no son infrecuentes en el mundo académico – y sobre esto algo dijo otra eminencia, don Julio Caro Baroja, en el prólogo a la última edición de “Los judíos en la España Moderna y Contemporánea”– pero llegaron al gran público cuando el siempre retraído don Antonio Domínguez Ortiz, por cierto elogiosamente citado en la obra, publicó en prensa nacional de amplia difusión un largo y duro artículo de réplica que recogió muchas adhesiones.

Con todo, la obra del hoy desaparecido es una cumbre de erudición y un esfuerzo de investigación pocas veces igualado. Es la obra de una vida y un libro magistral, aunque discutible en su desnuda conclusión final. Solo el citado Lea y tal vez Yitzhak Baer (“Los judíos en la España cristiana” y, mucho antes, don Amador de los Ríos (“Historia de los judíos de España y Portugal”) pueden competir con él. Sí, opiniones políticas e influencias psicológicas aparte, el primer ministro israelí puede estar orgulloso de su padre, el historiador Netanyahu…