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El disidente Guangcheng da esquinazo a sus vigilantes y escapa al régimen chino

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Chen Guangcheng lo ha conseguido. Y eso que es ciego. Hace seis días dio esquinazo a los matones que le impedían abandonar su domicilio, a pesar de que hace tiempo que cumplió su condena de cuatro años de cárcel por «destrozar propiedad pública» y «bloquear el tráfico». Ahora, según comunicó ayer Bob Fu, presidente de la organización pro derechos humanos cristiana ChinaAid, el abogado y activista que en la década de 1990 documentó las esterilizaciones y los abortos forzosos producto de la ley del hijo único, «se encuentra en un lugar cien por cien seguro» de Pekín.

La información ha dado pie a un borbotón de especulaciones sobre la posibilidad de que haya buscado refugio en la embajada de Estados Unidos. Las autoridades chinas no han hecho comentario alguno sobre lo sucedido, pero no van a poder alargar su mutismo. Porque Chen, de 40 años, no se va a callar. Quedó claro ayer, cuando publicó un vídeo en YouTube. «Estimado primer ministro Wen, he conseguido escapar», comienza la grabación. «Puedo probar que todas las historias sobre el brutal tratamiento que he recibido por parte de las autoridades de Linyi -su pueblo, en la provincia de Shandong- son reales», afirma.