PEP NO ENGAÑÓ A NADIE

Nadie podía imaginar lo que sería Pep cuando, tras aquella semifinal de la Copa de Europa ante el Goteborg de 1986, se me acercó para pedirme la camiseta. Entonces, era un recogepelotas que soñaba con llegar a ser algún día jugador del Barça. Ahora, se va tras forjar un equipo legendario. No llegamos a coincidir como futbolistas, ni en la selección, ni en el Barça, pero después hemos disfrutado de una relación fluida. Es un profesional enorme: íntegro, honrado y consecuente con sus ideas. Pep ha tomado una decisión muy reflexionada y lo ha hecho desde su libertad. Hay que respetarlo y entenderlo. Es un tema muy personal que nadie puede criticar desde fuera. Necesita una pausa en su profesión y oxigenarse. Como entrenador, sé que cuando trabajas solo piensas en eso y que en algún momento conviene descansar.

Guardiola ha sufrido un desgaste en estos años de éxitos y solo él conoce sus sensaciones. Si ha esperado tanto y no anunció antes su adiós fue porque creyó se le podía venir todo el proyecto abajo y perjudicar al equipo. Nunca ha engañado a nadie y el barcelonismo le querrá siempre igual. Su marcha nos deja un poco desorientados a todos los culés pero hay que levantarse. El club sigue y acierta al apostar por Tito Vilanova. Se mantiene un estilo, una base, una filosofía y una metodología con la que el Barça ha sido el mejor equipo del mundo y lo sigue siendo, a pesar de la eliminación ante el Chelsea en la 'Champions' y de que la Liga está casi imposible. El club tiene el reconocimiento universal por una fórmula atractiva y, a la vez, práctica, que marca una época. El talante de Tito es diferente al de Pep pero es un tipo muy válido. Tuve la suerte de tenerle a mis órdenes como jugador en el Mallorca y nos encontramos ante un gran profesional, una persona reflexiva, inteligente y comedida. El club se asegura la misma línea de trabajo y la estabilidad. Seguro que, con su forma de ser, sabrá gestionar el vestuario y tomar las decisiones que se requieran respecto al futuro de la plantilla.