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Incertidumbre europea

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Los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas han sembrado la incertidumbre sobre el escenario político que se va a instalar en el segundo país más importante de la Unión Europea que va a influir decisivamente en su política para salir de la crisis. La victoria del socialista François Hollande no ha sido lo suficientemente contundente para que se pueda aventurar lo que puede ocurrir en la segunda vuelta del próximo domingo seis de mayo. El vapuleado aspirante a la reelección, Nicolas Sarkozy, tendrá que definir su mensaje con un problema definitivo que le puede colocar en un lugar común con la extrema derecha de Marine Le Pen, que ha sorprendido con su resultado del 18% de votos.

Sarkozy puede correr el riesgo de pérdida de identidad, pero sobre todo de poder porque puede extremar al máximo su discurso nacionalista, rayando en la xenofobia, el racismo y la posición antieuropea de Le Pen, con el fin de seguir en el Palacio del Elíseo pero en el mes de junio tiene otra prueba de fuego con elecciones parlamentarias donde los votantes pueden ajustar cuentas y estrangular su margen de maniobra a cuenta de los ultraderechistas. Las opciones del socialista Hollande se presentan más claras con el apoyo de la izquierda liderada por Jean-Luc Mélenchon, pero las cuentas rozan el listón que necesita para recuperar la presidencia de la V República después de 17 años de gobierno conservador. Sus propuestas para cambiar la política de la Unión Europea rechinan en Berlín, tendrá que producirse un acuerdo con la canciller alemana, Angela Merkel, y en los mercados que han reaccionado con notables pérdidas en todas las plazas europeas. Sin embargo, la posición de Hollande es respaldada por presidentes de gobierno europeos no socialistas, entre ellos, el español Mariano Rajoy, que reivindican una política alternativa a los recortes con estímulos al crecimiento económico. No importa la ideología, los europeos reclaman soluciones para todos, no solo para los alemanes.