Una farmáceutica dispensa dos medicamentos. / J.F Garcia
DE ACTUALIDAD

La receta del sentido común

Un grupo de médicos de familia apuesta por mejorar la prescripción farmacológica como estrategia para ahorrar en gasto sanitario. Es la prescripción responsable y llega cargada de lógica

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La crisis nos asusta a todos pero, más allá de la pérdida de poder adquisitivo o incluso el desempleo, el gran ‘coco’ de todos los españoles es si la situación económica va a hacernos perder lo que nos envidia el resto del mundo: nuestro sistema nacional de salud, gratuito y universal. Frente a medidas que podrían impactar no solo en el bolsillo del paciente, sino también en su atención médica, como el famoso copago, un grupo de médicos y farmacéuticos ofrecen una salida más fácil y con mayor impacto: abogar por la prescripción responsable.

Como explica uno de los cinco promotores, el médico de familia y coordinador de prácticas innovadoras en Polimedicación y Salud del Servicio Extremeño de Salud, Enrique Gavilán, la iniciativa no está específicamente formulada para gestionar la crisis, pero sí ha sido esta la que ha hecho que tenga más repercusión.

La tesis es sencilla. Mezclando estudios científicos y sentido común, se pueden despachar menos recetas y más baratas sin perjudicar al paciente e, incluso, mejorando su salud. La inspiración de esta idea fue un artículo publicado en la revista ‘Archives of Internal Medicine’. Los promotores de la iniciativa consideraron que la información de dicho artículo –24 consejos para recetar con cabeza– debía de compartirse con la comunidad médica. Nada mejor que Internet para difundir la idea y, sobre todo, conseguir que varios profesionales, seleccionados por los coordinadores del blog http://prescripcionprudente.wordpress.com «recogieran el guante y explicaran a su manera» los principios allí mencionados adaptados a la realidad española.

Los autores parten de una cruda realidad: en la mayoría de los casos, se recurre a los medicamentos para aliviar el sufrimiento y prolongar la vida. Pero a veces, reflexionan, no es necesario. ¿No sería, por ejemplo, más lógico ayudar a alguien con peligro de desarrollar diabetes a adquirir unos hábitos de vida saludables antes que medicarlo sin saber si va a seguir una vida sedentaria y una alimentación perjudicial que hará que el fármaco no sirva? Este es, precisamente, el primero de los 24 principios de la prescripción prudente: «Busca primero alternativas no farmacológicas».

Dejar de tomar

El artículo también habla de cómo los médicos no siempre deben de pensar en qué recetar, sino en qué debe el paciente dejar de tomar. Es decir que, en ocasiones, los síntomas que llevan a alguien a la consulta de un médico no están provocados por ninguna dolencia, sino por un tratamiento previo mal puesto. Lo explica el firmante de este segundo consejo, el médico de familia Albert Planes: «Para Josefa –paciente mía– mi mejor actuación era ‘dejar de hacer’: no prescribir un fármaco nuevo y, en cambio, retirar otro que provocaba la tos».

Una de las médicas más críticas en redes sociales con el manejo de la crisis en Sanidad, Mónica Lalanda, recomienda «manejar pocos medicamentos pero aprender a utilizarlos bien». Un profesional que utiliza solo un pequeño formulario personal ‘ganará’ en muchos aspectos al que receta cualquier fármaco de un enorme formulario.

Algunos de los principios que recoge esta iniciativa pueden no gustar a todos. Aunque los autores de esta propuesta en ningún momento ponen en duda el valor de los fármacos, sí que recomiendan utilizar fuentes independientes de información, sobre todo a la hora de recetar una innovación terapéutica. Este principio se refiere directamente a la figura del visitador médico o representante de la industria farmacéutica. Como señala José María Coll, médico menorquín encargado de redactar el principio 12: «Infórmate de los nuevos medicamentos e indicaciones empleando fuentes fiables e independientes», se puede recurrir a bases de datos, boletines farmacoterapéuticos del Ministerio de Sanidad o a blogs de calidad.

Para explicar este consejo, Coll recurre a un pequeño vídeo, una de las características más llamativas de la iniciativa. Todos los sanitarios participantes han aportado gratuitamente los recursos que han considerado necesarios para hacer llegar la idea a sus compañeros de profesión. Desde vídeos, gráficos a las anécdotas personales, todo vale para hacer calar la idea de que se puede recetar mejor.

Uno de los principios más interesantes apela directamente a los pacientes. Se trata del número 18, que recomienda no ceder de forma precipitada y poco crítica a las peticiones de los pacientes, especialmente con los medicamentos que conocen por la publicidad. Pero, un momento, ¿no estaba prohibida la publicidad de medicamentos con receta en España? Cómo explica la médica autora de este capítulo, Asunción Rosado, aunque esto es así, lo que no se puede evitar, y forma parte de la idiosincrasia española, es que alguien, un vecino, un amigo, recomiende un fármaco que a él/ella le ha ido de maravilla. Ante esta circunstancia, el médico deberá de rebelarse y explicar de buenas maneras que cada persona es un mundo y la prescripción farmacológica debe siempre de ser individualizada.

Enrique Gavilán reconoce que les ha sorprendido las cifras que cuantifican el éxito de la iniciativa: más de 40.000 visitas al blog y un gran apoyo en las redes sociales, con más de 600 seguidores en Twitter en tres meses. Sin embargo, las cifras no impresionan a este médico que, como el resto de promotores, busca que las buenas prácticas recogidas lleguen a las consultas. El apoyo conseguido de sociedades científicas sin duda ayudará a ello.