Venezuela barre para casa
Actualizado:El ambiente que se respiraba ayer tarde en el astillero de PuertoReal era de despedida. De un adiós condicional. Quizás no definitivo, pero sí de un hasta luego. Venezuala ha recogido su séptimo buque y ha dejado en la Bahía más de 500 millones de euros de inversión. Este es el mensaje nítido que expresó su embajador en España, Juan Bernardo Álvarez, que llamó la atención de las autoridades españolas a no dejar pasar la nueva oportunidad de negocio que se abre ahora con el país caribeño.
La misión venezolana ha estado ocho años en la provincia tomando apuntes y sus ingenieros navales no han perdido detalle de los procesos industriales que se siguen en los astilleros españoles. Les toca ahora desarrollar ese aprendizaje en sus plantas y poner a prueba su capacidad tecnológica. El presidente Hugo Chávez sabe que necesita de una alianza externa para sacar adelante sus nuevos proyectos navales y sabe también que Návantia es su mejor aval para renovar la flota. Por esta razón, tanto el embajador como su comandante en jefe, Diego Alfredo Molero Dávila, alertaron del abanico de posibilidades que se abre a partir de ahora para España en el país latino con la implantación de nuevas empresas. Venezuela tiene petróleo y necesita barcos gaseros y quimiqueros para la exportación del crudo. El mensaje subliminal que reinó ayer en el astillero no fue otro que el de la contraprestación de intereses. Es decir, Navantia debe aceptar nuevos encargos venezolanos por transferencia tecnológica si España quiere sacar tajada del potencial energético y de negocios que se abre en Venezuela. Bajo este planteamiento deben ponerse de acuerdo los dos gobiernos. Venezuela necesita más barcos, pero los quieren fabricar ellos. Es más, necesitan buques de mayor envergadura que los siete patrulleros fabricados en la Bahía. Otra cuestión bien distinta es que los intereses de España como país miembro de la OTAN facilite este tipo de contratos.
Mientras tanto, los astilleros gaditanos agonizan. Era desolador ver una planta y un dique como el de Puerto Real totalmente vacíos y sin carga de trabajo alguna a corto plazo.