EL ESPEJO ROTO
Actualizado:Todos sabemos que la televisión tiene el inconveniente de meternos en casa a mucha gente que procuramos evitar en la calle, pero también tiene sus ventajas. Nos ofrece tediosas controversias entre los autonombrados expertos en política todos los días, pero algún día lo que nos ofrece es un Barcelona-Real Madrid. Gracias a la misericordia divina hay 'partidos del siglo' que se juegan seis o siete veces todos los años. Nada hay que temer porque esa admirable costumbre se interrumpa.
Lo que va a variar es el modelo de tele pública, que se ha venido gestionando desde el consenso en los últimos tiempos. Se acabó lo que se daba de fragmentaria verdad. El Gobierno considera que no es necesario tener una mayoría de dos tercios en el Parlamento para nombrar al presidente. Seguiremos teniendo cine a domicilio, pero de aquí en adelante el que va a mandar es el acomodador.
Nos da mala espina que el señor Montoro diga que no es posible repetir el milagro de los panes y los peces, pero lo peor es que haya dicho que no piensa subir el IVA. Negar ese propósito siempre ha venido siendo el prólogo a poner en él la firma. Quizá confíe en la recuperación del consumo, en cuyo caso hay que reconocerle una gran personalidad, porque es el único. La Fundación de Cajas de Ahorros -Funcas para los íntimos- cree que la subida será inevitable el año que viene, ya que el PIB caerá un 1,5% y además no pedirá perdón por el batacazo.
Entre tantas luces rojas de alarma brilla una verde, pero no sabemos si privatizar las televisiones autonómicas será una solución para todos o solo para algunos. Precisamente para aquellos a los que no les afecta ninguna medida de austeridad. Aquella importante tontería que dijo el gran don Miguel de Unamuno -«que inventen ellos»- ha sido parafraseada por nuestros compatriotas más ricos. Su lema es «que ahorren ellos». Lo suyo es privatizar y privatizar. Permanezcan atentos a la pantalla.