opinión

Las moscas borrachitas

Los humanos siempre acabamos implicados en todos los asuntos turbios que se producen en el universo

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Unos científicos de la Universidad de California han realizado un experimento de consecuencias preocupantes, al menos en la medida en que resulta preocupante todo lo relacionado con las moscas. A falta de otras directrices de investigación (la cura del resfriado, pongamos por caso), esos científicos ociosos se pusieron a estudiar el comportamiento de la mosca del vinagre, ese díptero braquícero que se alimenta principalmente de residuos fermentados, según dicen quienes saben, porque les confieso que nunca he visto comer a una mosca de ese tipo, de igual modo que les confieso que no me importaría irme de este mundo sin ser testigo de ese espectáculo.

Al parecer, la mosca del vinagre resulta muy útil para la experimentación genética, ya que solo tiene cuatro pares de cromosomas. No estoy muy seguro de si el hecho de tener tan pocos cromosomas es bueno o malo, o bueno o malo según para qué, como tampoco estoy del todo seguro de qué es un cromosoma ni de cómo se cuentan los cromosomas, ya que mi formación científica apenas da para contar con solvencia los ojos que una persona tiene en la cara, siempre y cuando no lleve gafas de sol. La mosca del vinagre tiene una esperanza de vida de un mes, fugacidad en la que no sé si influye su carencia cromosómica, ya que si sólo tienes cuatro pares de cromosomas, en el momento en que se te estropeen dos ya vas medio listo. A pesar de su corta vida, la mosca del vinagre no es ajena a las tormentas del amor, según paso a explicar.

Si la mosca vinagre macho consigue aparearse, todo va bien: se limita a hacer las cosas normales que hace una mosca, cualesquiera que sean esas cosas, y siempre que podamos considerar normales las cosas que hace una mosca. Por el contrario, si la mosca vinagre macho padece el rechazo de la mosca vinagre hembra, se da al alcohol, y más vale no imaginar lo que podría cantar una mosca vinagre macho si el azar la llevara a nacer en México. Las moscas desventuradas en amores se vuelven, en fin, moscas borrachitas, roto el corazón, alicaídas y de volar inseguro, a punto siempre de estrellarse, lo que, bien mirado, las liberaría de de su mal, porque creo que estaremos de acuerdo en que el espectáculo de una mosca desdeñada y borracha no resulta en absoluto edificante.

Y ahora viene lo peor: según el estudio, esa proclividad de la mosca vinagre al alcohol tiene como responsable a una molécula similar a otra que encontramos en los humanos, porque se ve que, por una razón o por otra, los humanos siempre acabamos implicados en todos los asuntos turbios que se producen en el universo. Estamos hermanados molecularmente, en fin, con la mosca del vinagre. De modo que la próxima vez que vea usted una mosca, no la despachurre, sino invítela a tomar una copa juntos. Para olvidar lo que ustedes crean que deben olvidar. Salud.