Nuevo estilo para la Corona
La Casa Real dará más detalles sobre la actividad privada de sus miembros y acentuará su papel institucional Zarzuela pretende aprovechar la crisis de Botsuana para hacer más transparente la Monarquía
MADRID. Actualizado: Guardar«Hacer de la necesidad virtud», dicen en la Zarzuela. La Casa Real, como hizo cuando estalló el 'caso Urdangarin' el pasado noviembre, quiere aprovechar la crisis abierta por el viaje privado de don Juan Carlos a Botsuana para dar un nuevo golpe de timón a la institución y hacerla más transparente.
Si hace cinco meses la implicación del marido de la infanta Cristina en la trama del instituto Nóos se convirtió en el mayor escándalo de la Corona desde su restauración y, a su vez, fue el detonante para que la Casa Real hiciera públicas por primera vez sus cuentas, aunque solo en líneas muy generales, ahora la Jefatura del Estado, consciente de la envergadura de la polvareda levantada por la cacería, va a comenzar a dar a conocer también a grandes trazos las actividades privadas de la Familia Real, al menos, las referidas al Rey y los Príncipes de Asturias.
Según han informado fuentes de la Zarzuela, se trata de un nuevo «cambio de rumbo» en el que se va a poner el acento en evitar a toda costa imágenes de opulencia o de viajes secretos que puedan dar pie a que la opinión pública piense que hay algo oculto. Hasta ahora, el Rey siempre había defendido que su agenda privada no debía ser aireada por motivos de seguridad y, sobre todo, por cuestiones de intimidad en su tiempo libre. Sin embargo, tras la polémica del safari, el Monarca habría dado su brazo a torcer y cuando no tenga actividad pública su agenda permanecerá en blanco, pero sí que se informará públicamente, como ya se hacía al Gobierno de manera confidencial, del lugar donde se encuentre. No se informará de las personas que le acompañan ni de la actividad que fuera a desarrollar.
Si en estas visitas privadas el jefe del Estado realiza alguna gestión o mediación a favor de intereses comerciales españoles, en la medida de lo posible y a posteriori, también se dará a conocer. No obstante, la Casa Real quiere que este tipo de gestiones y de viajes privados se vayan reduciendo al máximo para poner el acento en la figura más institucional del Jefe del Estado, que es la que fija el artículo 56 de la Constitución, esto es exclusivamente como «la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales». En la Zarzuela, apuntan estas fuentes, tras esta última semana ha quedado claro que nada de lo que haga don Juan Carlos o su heredero es «privado» porque siempre son la más «alta representación» de los españoles, incluido cuando posan ante un elefante o un rinoceronte abatido en la sabana africana. Algo similar, reconocen, ocurre con doña Sofía, cuya foto 'permitida' arropando sonriente en diciembre pasado a Urdangarin y la infanta en Washington en pleno escándalo por la imputación tampoco pareció apropiada a muchos en el propio Palacio Real.
Desde que el pasado fin de semana estallara la crisis de Botsuana, con el Rey invitado a una cacería por parte de millonarios empresarios, desde su entorno han sido varias las voces que han recordado que su actitud casaba muy poco con su discurso de austeridad y de la pasada Navidad y con sus palabras en aquel mensaje que parecían dirigidas a su yerno. Entonces dijo ver «con enormemente preocupación» la «desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones». «Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar», apuntó en diciembre.
«Ejemplaridad»
Dentro de esa imagen de «ejemplaridad» que se quiere mantener preocupan en la Corona las citas judiciales que todavía quedan por llegar en el 'caso Urdangarin' y las consecuencias que éstas pueden tener para el jefe del Estado, quien hasta esta misma semana había estado totalmente ajeno al sumario judicial. Sin embargo, el exsocio de Urdangarin, Diego Torres, hizo públicos el martes varios mails en los que el duque habla de las supuestas gestiones del Rey en su favor, dejando claro en un evidente gesto de desafío que está dispuesto a airear documentos que señalen al Monarca si su yerno insiste en implicarle. Estos correos electrónicos, afirman fuentes judiciales, son «solo una micra» de lo que Torres puede emplear contra Urdangarin y su entorno en la declaración del 22 de mayo en Palma. Y en la Zarzuela son muy conscientes de que esta espada de Damocles penderá sobre toda la institución, incluso más allá de ese interrogatorio.
Como pende la cuestión económica, que no ha terminado de solventarse con la publicación resumida del desglose de los presupuestos. La Casa Real es consciente de la mala imagen que supone que su presupuesto solo se haya visto reducido un 2%, un porcentaje muy inferior al 17% de media en el que han sido recortados los gastos del resto de departamentos y ministerios. Y todo ello, con el debate sobre si la Monarquía debe someterse a la ley de transparencia, algo que el Gobierno rechaza por entender que no se trata de una administración pública más del Estado. Sin embargo, en la propia Zarzuela no se vería con malos ojos el someterse a ese escrutinio, como lo van a hacer, en mayor o menor medida, otras instituciones sin ser administraciones públicas en sentido estricto, como el Consejo General del Poder Judicial.