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ENTREVISTA CON JAVIER MARISCAL, ARTISTA

«De pequeño cambiaba cómics por besos»

El diseñador elogia las posibilidades creativas de tabletas y teléfonos móviles y afirma que las redes sociales le permiten cumplir una de sus obsesiones: "comunicar" con sus obras

MICHAEL MCLOUGHLIN
MADRIDActualizado:

Charlar con Javier Mariscal (Valencia, 1950) procura al oído el mismo efecto que al ojo verle dibujar. Combina incisivos golpes de muñeca con profusos trazos mucho más meditados. En sus palabras, conjuga respuestas convincentes con las divagaciones propias de un tipo bohemio, todas ellas ilustradas con un buen puñado de abigarradas anécdotas. Su carrera en el mundo del diseño ha discurrido en paralelo a una vorágine tecnológica acelerada de manera especial en la última década. En sus historias se cruzan máquinas de escribir eléctricas, fotocopiadoras, primitivos ordenadores y rudimentarios escáneres con los que ha tenido que lidiar a lo largo de muchos años.

Ahora se pelea con un iPad. "Todavía recuerdo cuando me sentaba con Miquel Barceló y decía: '¡Ostras han inventado la tele! Ya no queda nada que inventar'", recuerda. Le regalaron la tableta hace apenas un año. La metió en el bolso y, al llegar a su casa, el invento se pasó enterrado unos cuantos meses debajo de cómics y bocetos. Lo redescubrió gracias a sus hijos y a sus nietos. Empezó a garabatear con los dedos, "pero sin marcharse las manos". Le gustó. Descubrió dos aplicaciones de dibujo y ahora responde de buen grado a cualquier petición. "Resulta muy intuitivo y durante toda mi carrera yo he sido así", afirmó en su intervención sobre el escenario de 'The App Fest', un festival de aplicaciones móviles que se celebra estos días en Madrid.

Hace dos meses expuso en la Sala Vinçon de Barcelona una serie de ilustraciones creadas en su iPhone y su iPad. "Una herramienta como esta tiene cantidad de limitaciones. Pero es algo nuevo que te sirve mucho para investigar y hacer cosas que nunca habías pensado. Recibes una foto de una sobrina y la coloreas y se la envías", explica. "Es algo que se percibe como un juego". Ha pasado más de un cuarto de siglo desde que alumbró la primera versión de Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Hace pocos meses dio vida a Chico y Rita, los protagonistas de la película de dibujos para adultos que realizó junto al director Fernando Trueba. El trabajo le valió un Goya y le brindó la oportunidad de pasear por la alfombra roja del Teatro Kodak por su nominación al Oscar como mejor cinta de animación.

"Creo que he cambiado de arriba a abajo. Nuestras células se van desgastando y vamos cambiando". Todo esto es fruto de dos décadas de intenso trabajo. "Me canso más y tengo menos pelo", bromea para continuar diciendo que, gracias al paso de los años, tiene más experiencia. "Es fantástico estar trabajando desde que tienes treinta años, Cobi lo hice cuando tenía unos cuarenta, hasta ahora", dice mientras intenta resumir todos los palos que ha tocado hasta ahora: "hoteles, ilustraciones, cómics..."

Cobi y el Príncipe

Cobi ha sido una de sus grandes obras. El creador valenciano afirma que a día de hoy la mascota olímpica no podría ser igual que cuando Barcelona ostentó el entorchado de los Juegos: "Habría unas necesidades que tendría que representar. Por ejemplo, una vez se lo dije al Príncipe: '¿Cómo vas como un señor que no representa a Operación Triunfo? Tú representas a la generación de Operación Triunfo, ¿cómo te atreves a ir con un vestido de vendedor de Biblias? ¿Por qué no te pones una camisa a cuadros y una chupa? ¿No te das cuenta de que estás completamente fuera de onda...?".

Mariscal parece no tenerle miedo a nada. Las nuevas tecnologías -"no lo son tanto", replica- no se escapan a su osadía. Presume de escribirle unas cartas preciosas a una amiga coreana gracias a la traducción simultánea de su móvil. También se ha atrevido a probar Facebook y Twitter, aunque al principio le "diera muchísima pereza". "Me parecen algo muy bueno porque supone seguir comunicando. De pequeño, yo fotocopiaba cómics y los cambiaba por besos y bocadillos porque estaba loco por comunicar", contesta enérgicamente al preguntarle por el uso que da a estas plataformas que le ayudan a cumplir esa obsesión.

"Yo hice 'Chico y Rita' porque sueñas que treinta millones de personas lo van a ver y van a compartir 90 minutos contigo. El cine es un invento casi hitleriano, un sueño para todos los artistas que tenemos ego. Tú entras y hay un tío con metralleta que te dice: 'cállate, ahora voy a apagar la luz y escucha', dice. "Es genial entrar en la cabeza de miles de personas y que luego eso les sirva para comunicarse", añade.

El golpe de la crisis

A pesar del éxito de la aventura que realizó mano a mano con Trueba, la crisis no ha pasado de largo de su estudio de Palo Alto, en Poble Nou, a las afueras de Barcelona. El equipo de treinta personas - "una auténtica familia"- quedó reducido a la mitad. "Yo he llorado mucho. Lo he pasado terriblemente. Es como si tienes quince novias que las quieres mucho, y además follan muy bien, y tienes que tirarlas. Es tu familia. Era un equipo que funcionaba muy bien pero era imposible mantenerlo", dice con un tono un tanto melancólico. A partir de ese momento, "toca buscar otra forma de trabajar".

El polifacético artista anuncia sus planes de comenzar a comercializar algunas de sus obras en la Red. El sistema es sencillo. El usuario se descargará un archivo del que no podrá hacer copias digitales para que lo imprima en papel, sobre tela o donde quiera. Viendo los problemas que sectores como la música han tenido para hacer la transición al mercado 'online', la pregunta es obligatoria. "¿Que si el sector está preparado para este sistema? Yo creo que sí y además hay que probarlo. Claro que está el punto del copyright. Lo que no puede ser es que el creador no reciba nada a cambio. Si no, no puedes vivir", argumenta. "La historia de la humanidad es reinventarse. Eso es así desde que somos humanos. Y antes también nos reinventamos, que Darwin dijo que descendemos de los monos".