Sociedad

SCHUBERT Y MENDELSSOHNN EN TIEMPO DE CAMBIOS

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De nuevo nos visitan los Solistas de Londres, esta vez dentro del ciclo Tiempo de Cambios, que con tanto éxito de público se viene desarrollando, hasta el punto de que las invitaciones se agotan nada más iniciarse la fecha para su recogida. En consecuencia, lleno absoluto del Oratorio de San Felipe para escuchar a estos músicos que una vez más acreditaron su bien ganado prestigio.

Numerosas son las revisiones, adaptaciones o nuevas orquestaciones realizadas por conocidos músicos de obras de otros compositores, algunas de las cuales han perdurado en el repertorio, como por ejemplo la adaptación para orquesta que hizo Ravel de los Cuadros de una exposición de Mussorgsky, o la nueva orquestación realizada por Rimski-Korsakov de la ópera Boris Godunov, de ese mismo autor. En otros casos, dichas modificaciones no han tenido aceptación, por no aportar nada a la obra original e incluso desvirtuarla, como ocurrió cuando los encargados de la Ópera de París, opinando que la orquestación de la ópera Norma era muy deficiente, encargaron a Bizet que volviera a escribirla y éste, con una decisión elogiable, cuando llevaba parte del trabajo realizado, renunció a continuarlo diciendo que aquello técnicamente estaba mejor pero que no sonaba a música de Bellini.

Viene esto a cuento en relación con la adaptación que hizo Mahler del Cuarteto para cuerda núm. 14, en Re menor, 'La muerte y la doncella', de Schubert, que se escuchó como primera parte del concierto, en la que se pierde todo el encanto intimista y esos momentos casi etéreos, trasparentes en sus texturas, propios de la música de cámara de este compositor. La versión de Mahler pierde ese carácter y resulta apabullante en su volumen sonoro, resaltado por la inadecuada acústica del Oratorio. Este desacuerdo con la versión escuchada no quiere decir que su ejecución fuera defectuosa, todo lo contrario, los músicos desarrollaron su labor con esmero y perfección técnica, cualidades que no hicieron olvidar el sonido original de la obra tal como fue concebida por el autor.

Cerró el programa el Octeto de cuerdas en Mi bemol mayor, Op. 20, de Mendelssohnn, obra de juventud del músico alemán, compuesto en 1825, cuando contaba dieciséis años, claro exponente de un romanticismo juvenil y entusiasta, que fue expuesto con claridad y vigor, desde el largo Allegro inicial hasta el excitante Presto del movimiento final.

Los asistentes al concierto, que como se ha dicho ocupaban todas las localidades disponibles, premiaron con 'bravos' y prolongados aplausos la meritoria labor del conjunto inglés, siempre recibido con interés y simpatía en sus repetidas actuaciones en nuestra provincia.