Esposada por una rabieta
La detención de una niña de seis años en un colegio refleja la tendencia de maestros de EE UU a acudir a la Policía para resolver problemas educativos
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarSi su hijo se convierte en un problema en la escuela, cuidado, porque en Estados Unidos se impone una moda peligrosa. Por estar cotilleando con una compañera en clase, la maestra de una niña de 13 años en Albuquerque (Nuevo México) le ordenó que se moviera a otro pupitre. Cuando la chica se negó, la docente llamó desde su móvil a la Policía. El caso es uno entre miles en que las fuerzas del orden se presentan en los colegios con la misma parafernalia que si fueran detrás de un ladrón de bancos. Pero ninguno ha golpeado tanto a la opinión pública como el de Salecia Johnson, una niña negra de seis años de Georgia que por un sonoro berrinche fue esposada y llevada a comisaría.
La madre, que la había dejado como todas las mañanas a las puertas del centro escolar, no daba crédito cuando, al presentarse a recogerla por la tarde, le dijeron que su hija se hallaba detenida. «¿Llamar a la Policía? ¿Es ese el primer paso?», se preguntó incrédula Candace Ruff, tía de la niña, en una entrevista radiofónica. «¿Es que no hay otro tipo de actuación al alcance de los educadores para ayudar a un niño?». La señora Ruff no pudo contener las lágrimas cuando recordó que encontró a Salecia sola en una celda quejándose de las esposas. «Me dijo que estaban muy apretadas y que le lastimaban las muñecas».
Tras su rabieta, Salecia fue acusada de arrancar varios objetos que colgaban de las paredes y de arrojar libros y juguetes. También habría propiciado la caída de un anaquel que produjo lesiones de poca consideración al director. El informe policial explicita con el frío lenguaje administrativo que cuando un agente trató de calmar a la pequeña, ésta se resistió, fue esposada y se la llevaron en un coche patrulla. De momento, la niña ha sido suspendida y no puede regresar a la escuela hasta agosto.
«Los niños están siendo arrestados por ser niños», explicó a la agencia AP Shannon Kennedy, una fiscal de derechos civiles involucrada en una denuncia interpuesta por los padres de cientos de niños detenidos por ofensas menores en los últimos años. Entre las infracciones figuran usar teléfonos móviles en clase, eructar, negarse a cambiar de asiento y destruir un libro. En 2010, un chico de 14 años fue detenido por inflar un preservativo en clase.
Defensores de derechos civiles y expertos en justicia criminal creen que maestros y directores, frustrados por situaciones que siempre estuvieron bajo su competencia, se han acostumbrado a llamar con demasiada frecuencia a la Policía para lidiar con el más mínimo problema. Otros docentes matizan que la presencia policial ha crecido en respuesta a las políticas de tolerancia cero implementadas desde la última década en respuesta a tragedias como la masacre del instituto Columbine y los actos violentos cada vez más frecuentes en las aulas.