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análisis

Mejor impuestos que tasas

Utilizar las tasas para recaudar es pervertir su función, convirtiéndolas en impuestos particulares sobre la gente que, no contenta con tener hijos, quieren además que estudien

JULIO CARABAÑA
CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSEActualizado:

El presidente del Banco Central alemán opina que no debemos proclamar el fin del mundo cuando los intereses de la deuda a largo plazo de un país rondan temporalmente el 6%. Yo opino lo mismo, pero no voy a insistir en ello porque no es el tema de este artículo.

Ignoro lo que piensa el Sr. Weidmann sobre cómo conseguir que los mercados pidan por la deuda pública tipos de interés más cercanos a los de Alemania. Yo no creo que sirva de mucho abaratar el despido ni reformar la enseñanza. Tampoco creo que sea muy útil reducir el déficit público con tantas prisas. Y aunque coincido en esto con 'The Economist', tampoco voy a insistir en esto, por no ser el tema de esta nota.

Me gustaría en todo caso coincidir, con el Sr. Weidmann y con cualquiera, en que si para reducir el deficit se hiciera preciso reducir el gasto, los recortes deben guiarse por un sencillo principio de proporcionalidad: tanto por ciento de entrada en todos los capítulos y ya se verán después las excepciones. Lástima que tampoco sea este el tema.

El tema es si aumentar las tasas que los estudiantes pagan en la Universidad es un buen procedimiento para reducir el déficit público. Yo creo que en caso de que haya que reducir el déficit, además de reducir el gasto conviene subir los impuestos. Pero no creo que convenga subir las tasas. La diferencia principal entre impuestos y tasas es que los primeros están para recaudar para los gastos de todos según la renta y la riqueza de cada cual, mientras que las segundas deben servir para que los usuarios hagan un uso racional de los servicios públicos. Utilizar las tasas para recaudar, volviendo a los usos fiscales del Antiguo Régimen, es pervertir su función, convirtiéndolas en impuestos particulares, en este caso sobre la gente que, no contenta con tener hijos, quieren además que estudien. (No vale objetar que no se llaman tasas, sino precios públicos, porque eso no cambia el carácter de la Universidad pública).

Ahora bien, si de lo que se trata es de elegir entre gravar la matrícula en la Universidad o el consumo de medicamentos, entonces sí me parece bien que paguen los estudiantes. Al cabo, lo peor que puede pasar es que algunos dejen de estudiar.