opinión

Días de agobio

Creo que ha llegado la hora de que Rajoy cuente al país cómo estamos y qué podemos hacer

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No sé para ustedes, pero para mí hoy es uno de esos días en los que no cabe el optimismo. Lo escribe alguien que se levanta cada mañana pensando que las horas merecen ser vividas, que el trabajo hay que sacarlo, hacerlo bien, que la actualidad no puede modificar la realidad, y que la realidad no acabará por confundir los sueños con las aspiraciones que un país tiene derecho a tener. Tiendo a escabullirme cada vez que un amigo cenizo me cuenta lo mal que están las cosas; hago lo imposible por no rozarme con aquellos que se te acercan y te dicen: esto va fatal. Pues no, oigan, así no se puede vivir. Y sin embargo hoy es un día en el que a quienes escucho eso de que «saldremos adelante cueste lo que cueste» muestran una mirada torva y huidiza. Los más templados, los que siempre encuentran una alternativa, los que creen en las personas y –con mucho esfuerzo–, en algunos políticos; aquellos a quienes uno les tiene fe porque suelen estar acertados en sus diagnósticos me dicen que así no podemos seguir. Es verdad que no apelan a la información, porque ¿quién la tiene? Todo son opiniones. Les oigo: mi intuición dice que mal; mi olfato apunta que peor; mi esperanza es ninguna. ¿Podemos seguir así?

No es necesario empaparse de periódicos y tertulias de radio para saber que la crisis no es solo económica. O si lo es, entonces habrá que considerar que economía es todo: política, valores, principios, ética y, en fin, decencia en las personas y las instituciones. El ministro de Exteriores va por ahí contando que uno de los pilares de su ministerio es consolidar la marca España. La marca, no la imagen, matiza. Pero que más da. No hay marca sin imagen, ésta: los mercados son tiburones en la yugular del país, la Bolsa está en mínimos históricos, la deuda disparada, las autonomías esconden cuatro millones de facturas impagadas, los ricos muy ricos y aún más antipatriotas amnistiados, nos roban en Argentina y las reformas no calman a los insaciables burócratas que quieren más. Y porque quieren más ahí está el copago en los medicamentos del que no va a salvarse nadie. Y por si fuera poco el Rey deja sin argumentos a muchos que ya tenían problemas para defender su figura y lo que representa. Yo mismo, por ejemplo.

No soy un experto en comunicación, pero creo que ha llegado la hora de que Rajoy cuente al país cómo estamos y lo que podemos hacer. No es bueno que nos enteremos de madrugada de que tendremos que pagar más por comprar aspirinas. Que alguien le ponga los vídeos de Adolfo Suárez y Felipe González cuando salían por la televisión y se dirigían al país. Cuando pase lo que los más agoreros –pero no idiotas– dicen que ha de pasar, no servirá de nada que Rajoy explique la situación. Cuanto antes lo sepamos, mejor.