opinión

El enemigo exterior

Hay una agresión real, no una cortina de humo artificial orquestada por los cabezas de huevo

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Dando por descartado que España vaya a invadir Argentina al modo de Perejil –con el ministro entonando «al alba y con fuerte viento de levante…»– la gestión de esta crisis va a convertirse en una prueba para el Gobierno. El enemigo exterior es siempre un riesgo y una oportunidad. Ante la presión de la prima de riesgo en cifras de vértigo, ante el descontento por las recortes afilados, ante los tijeretazos que harán temblar no solo los cimientos del Estado sino a muchos españoles a la intemperie, canalizar la frustración contra ‘el otro’ puede funcionar. Y además aquí hay una agresión real, no una cortina de humo artificial orquestada por los cabezas de huevo de Moncloa para desviar los focos de las tribulaciones domésticas, como retrataba ‘Wag the Dog’ ridiculizando la estrategia de Bush con ‘Tormenta del desierto’ o de Clinton bombardeando Sudán para tapar a Monica Lewinski.

La maniobra, eso sí, de momento ha dejado al Gobierno –que no está para distracciones– en ‘offside’, bajo la presión de un incómodo desaire. No se trata de una posición insoluble en la que claudicar como un ajedrecista mal enrocado, pero hasta ahora Moncloa ha ido a rastras. A los primeros amagos se respondió con un discurso intimidatorio quizá demasiado hueco; después hubo gestos de confianza absurdamente ciega, y al final se han visto sorprendidos. Así que toca recuperar la iniciativa; y no es fácil. Moncloa sabe que enfrente tienen políticos poco fiables, exponentes de esos populismos bananeros que hacen fortuna desde Las Antillas a Tierra de Fuego con retórica bolivariana; y allí parecen ver claro que el Gobierno español está debilitado por la crisis, por la presión a machamartillo de los mercados y la amargura social, incluso por el mal momento del Rey, y además bajo la lupa desconfiada de todas las cancillerías que miran a España como una amenaza. El escenario del ataque no es casual.

El Gobierno puede exprimir el recurso del ‘enemigo exterior’ pero hace falta más. De momento a favor tienen al PSOE –aun cuando las hemerotecas vuelvan a dejar en evidencia la deslealtad del PP en el caso similar de los pozos de Argelia– y la imagen internacional de inseguridad jurídica que ha dado Argentina con la demagogia sintetizada en una viñeta de ‘Clarín’: «Los periódicos españoles se quejan de que les estamos robando nuestro petróleo». Pero convendría manejarse con racionalidad. Ridiculizar la opereta peronista de la primera dama, con su energía sobreactuada más propia de un anuncio de laca que de una estadista, no da para mucho. Aquí se trata de la respuesta de Europa, la reacción del G-20 y el FMI, el gesto de la Casa Blanca. Ahí es donde se va a ganar; o no.