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.Juan Manuel Bonet / Gustavo Cuevas (Efe)
LITERATURA

Ismos 'ultracentrifugados'

El ultraísmo, la madre de todas las vanguardias, tiene al fin su gran antología de la mano de Juan Manuel Bonet

MIGUEL LORENCI
MADRID Actualizado:

El ultraísmo fue la madre de todas las vanguardias en la España del siglo XX. Este breve e intenso movimiento, nacido en 1918 con la decidida intención de enfrentarse al modernismo imperante en la poesía española desde finales del siglo XIX y aletargado en 1925, supuso un brillante y seminal paréntesis que alimentó todas las vanguardias posteriores. Hasta ahora no teníamos una antología ultraísta, una carencia que suple con rigor y brillantez Juan Manuel Bonet (París, 1953), crítico literario y de arte, ex director del IVAM y del Reina Sofía, y toda una autoridad en las vanguardias históricas. Bajo el título 'Las cosas se han roto' y en el sello 'Vandalia' de la fundación José Manuel Lara, Bonet ha reunido poemas y biografías de más de 60 autores. Algunos tan fundamentales como Vicente Huidobro, Rafael Cansinos Assens, Gerardo Diego o Borges y otros olvidado pero cuya aportación al movimiento no es desdeñable.

Si tomamos los ismos surgidos con el siglo XX en toda Europa y los centrifugamos en el tambor de una lavadora, tendremos una idea de lo que fue y supuso el ultraísmo. "Trajo a España los aires renovadores que alimentaban la poesía en Europa y sin él -apunta Bonet- es imposible entender qué ocurrió después en la creación literaria y plástica en la España del siglo XX".

El término fue acuñado e impulsado en las tertulia del madrileño Café Colonial -competidor del ramoniano Pombo- por Rafael Cansinos Assens. Había sido el creacionista Vicente Huidobro quien puso la maquinaria en marcha, al importar de París las corrientes fundacionales del movimiento. El genial poeta chileno, que había publicado en francés sus primeros poemarios, regresa al castellano cuando se instala por segunda vez en Madrid en 1918 y abre una vía que pronto tendrá un buen puñado de seguidores. "Cansinos percibe que ahí está el germen de la radical renovación que, según él, necesita con urgencia la poesía española. Pero el gran líder ultraísta es Guillermo de la Torre, conectado con Tristan Tzara, Picabia o Juan Gris, y más adelante con artistas con los Delaunoy, Barradas, Torres García o Norah Borges" explica Bonet.

Cóctel

"Fue un movimiento clave en la historia de la literatura" sostiene Bonet, que ha rastreado también sus ecos en Chile, México o Uruguay. "El ultraísmo es un cóctel, cuyos principales ingredientes fueron el creacionismo huidobriano, la poesía cubista en todas sus variantes -Apollinaire, Cendrars, Max Jacob, Reverdy- el futurismo de Marinetti, el expresionismo alemán, el dadaísmo y, por supuesto, el ramonismo", enumera Bonet.

A diferencia del futurismo, es un movimiento estrictamente literario y casi exclusivamente poético, al que más adelante se sumarían creadores plásticos de diferentes tendencias. En el núcleo duro del ultraísmo hay que reseñar a Guillermo de Torre, Juan Larrea, Gerardo Diego, César González Ruano, Juan Chabás, Pedro Garfias, Ernesto López-Parra, Antonio Espira y Lucía Sánchez Saornil, cuyo denominador común es el afán de estar en la cresta de la ola de las vanguardistas.

Durante más de tres décadas Bonet ha rastreado en librerías de viejo de medio mundo los raros y perdidos poemarios y el material que ha hecho posible esta feliz edición. Además de seleccionar los poemas, ha biografiado a cada uno de los poetas, muchos de ellos olvidados y protagonistas "de unas vidas tan increíbles, a menudo atrabiliarias y oscuras, que parecen novelas" según Andrés Trapiello, padrino de esta meritoria edición.

Para Trapiello el ultraísmo fue también la primera manifestación "genuina y auténtica" de la literatura española, "capaz de ver poesía donde nadie la vio antes". Se desarrolló con vigor entre 1918 y 1925, hasta que la irrupción de la generación del 27 primero y el estallido de la guerra civil sepultaron injustamente a esta corriente, de influencia decisiva en las generaciones posteriores.

"Fue la poesía de las palabras y emociones nuevas, una poesía risueña y de la felicidad que canta a aviones, tranvías, coches y logros tecnológicos, y que se contrapone al simbolismo y al modernismo, cuyo motor es la melancolía" apuntó Trapiello, que se felicitó de que Bonet haya llenado la página de su antología "de descubrimientos, incluso para los más versados en las vanguardias".

Renegados

En sus inicios también Jorge Luis Borges y Ramón Gómez de la Serna se suman a un movimiento del que ambos acabarían renegando. Borges recaló en Mallorca a principios de los años veinte. Su amistad con Jacobo Sureda fue crucial para la incorporación de argentino al ultraísmo, formalizado con la publicación en 1921 de un manifiesto suscrito por ambos junto a Juan Alomar, -hijo del inventor del término futurismo- y Fortunio Bonanova en la revista Baleares. Borges se llevaría a Argentina la chispa que luego purgó como un pecado de juventud, como el propio Cansinos Assens, Eugenio Montes, Pedro Garfias y tantos otros.

Las revistas 'Grecia' y 'Ultra', publicadas en Sevilla y Madrid fueron los órganos oficiales de un movimiento que tuvo más altavoces en España, como Alfar (La Coruña ), Reflector (Madrid), Ronsel (Vigo) y Horizonte (Madrid).