El último tramo de la vida del Papa
Fiel a sus costumbres espartanas, el Pontífice evitó las grandes celebraciones y buscó la compañía de su hermano Georg Ratzinger cumple 85 años, cansado pero con sus facultades mentales intactas
MADRID / ROMA. Actualizado: GuardarCansado pero lúcido, Benedicto XVI cumplió ayer 85 años. Y lo hizo consciente de que asiste al «último tramo» de su vida. Por deseo expreso del Pontífice no hubo grandes celebraciones. Joseph Ratzinger se ha convertido en el tercer papa más anciano de la historia de la Iglesia, después de León XIII, quien murió a los 93 años, y Clemente X, que llegó a los 86.
Pronto, el 19 de abril, el obispo de Roma cumplirá siete años de su elección al frente del trono de Pedro. Su cumpleaños no impidió que Benedicto XVI siguiera adelante con su agenda de trabajo. Tras celebrar una misa en la capilla Paulina, Benedicto XVI recibió a obispos de su Baviera natal y al ministro presidente de ese estado del sur de Alemania, el conservador Horst Seehofer. Ratzinger se entrevistó luego con una delegación de compatriotas en la gran sala Clementina.
Benedicto XVI cumple 85 años con «claridad de pensamiento», como dijo el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, quien adujo que el Papa escucha atentamente a sus interlocutores. Sus problemas de salud -se resiente de una artrosis que le hace cojear- no han menoscabado su dicción y oratoria, y su capacidad de expresión «llama la atención de manera profunda», en palabras de Lombardi.
Con motivo del rezo del Angelus, el Papa pidió a Dios que le diera fuerzas para cumplir con la misión que le fue encomendada. Durante todo el día, Benedicto XVI recibió felicitaciones de todo el mundo, entre ellas el presidente de la república italiana, el excomunista Giorgio Napolitano, quien le expresó su «inalterable sentimiento de amistad y estima».
Fiel a sus costumbres austeras, el secretario particular de Ratzinger, Georg Gänswein, informó de que el Papa había solicitado a sus más cercanos colaboradores que su cumpleaños -para que el acudió desde Baviera su hermano mayor, Georg, de 88 años- se celebrara sin fastos y más bien como una «fiesta familiar». Así se hizo.
Pese a que con la edad ha ido dosificando sus audiencias privadas y se ha reducido el número de viajes previstos, Joseph Ratzinger no renuncia a visitar el Líbano en septiembre.
Los enfrentamientos entre algunos miembros de la curia, los escándalos dentro del Instituto de las Obras Religiosas (IOR), el banco vaticano, y otros episodios que han puesto a prueba el crédito de la Iglesia inquietan al Papa, aunque, según Lombardi, no le hacen perder de vista los grandes problemas: la secularización, el relativismo moral, el «olvido de Dios» y la pérdida de peso cultural del catolicismo.
En contraste con su sucesor, Juan Pablo II, que se opuso tenazmente a ceder el testigo a pesar de la enfermedad, Joseph Ratzinger no descarta entregar el poder si se ve impedido y mermado en sus facultades. Estos días, el periodista experto en asuntos del Vaticano Marco Tosatti ha subrayado con ironía que Ratzinger, quien fue elegido como papa para allanar el camino de una transición en el gobierno de la Iglesia, ya es un pontífice provecto que está dejando su huella en el orbe católico.