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Mario Gómez complica la vida al Madrid

El postrero gol del ‘granadino’ castigó la escasa ambición de los blancos y su desgobierno tras el empate de Özil

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El Madrid sigue sin ganar en Múnich, un feudo maldito en el que se complicó su pase a la final del 19 de mayo porque careció de ambición, no supo gobernar el juego en el centro del campo, se encerró demasiado atrás y dio muchas opciones a un Bayern, que, como todo equipo grande, no te perdona si no le sometes a tiempo. Se agarró en exceso al resultado y lo pagó caro porque ahora se ve obligado a tener que salir al ataque en casa.

El equilibrado duelo, típico del asalto de ida porque nadie se descosió, dejó de nuevo en mal lugar a Coentrao, el invento de Mourinho para las grandes citas. Al irse al suelo enseguida, permitió el pase de Lahm que preludió el postrero tanto de Mario Gómez, cometió un posible penalti sobre el delantero granadino y envió un despeje contra Pepe que por suerte salió rebotado hacia afuera. Calamitoso el portugués en la primera derrota del Madrid en esta ‘Champions’.

Pese al regusto amargo del final, el Madrid se mantiene como favorito y debería remontar en el Bernabéu porque, sencillamente, es mejor equipo. El gol de Özil, el primero del alemán fuera de casa en esta temporada, es oro por muchas razones. Equilibró un choque que ganaba el Bayern y evitó tener que actuar toda las segunda parte remolque y, seguramente, quedar a merced de los contragolpes bávaros.

Sin ‘trivote’

Esta vez, Mourinho respetó el estilo habitual y prescindió de ese ‘trivote’ en el centro del campo que le caracteriza en los partidos de alto voltaje. Quizá también porque ya no confía en Lass, castigado desde que se borró ante el Apoel. Sí entró Coentrao en lugar de Marcelo, una decisión muy discutible pero repetida en los duelos comprometidos, y apostó por Özil de enganche porque Kaká no atraviesa su mejor momento físico y el alemán conoce bien este campo.

Heynckes también apostó por su once clásico, con dos pequeños matices. Jugó de inicio Schweinsteiger, a pesar de que sale de una lesión, y prefirió el buen momento y el equilibrio defensa-ataque de Kroos a la magia de Müller, bastante flojo a lo largo del curso. El peligro estaba en las bandas, donde Robben y Ribery son letales al jugar a pie cambiado y trazar esas diagonales características, y en el remate del ‘granadino’ Mario Gómez.

El duelo más repetido de la máxima competición continental, una batalla eterna, arrancó según el guión previsto. Dos equipos muy físicos y con enorme pegada a los que no importa ceder la iniciativa al rival para desplegarse a la contra. Es mejor el Madrid pero este Bayern es, quizá, el equipo del mundo que más se le parece. Desde el arranque quedó claro que los pequeños detalles decidirían y que Webb prefería dialogar, aunque para ello el partido se frenase una y otra vez, que mostrar tarjetas para imponerse. Un signo de personalidad del juez que no quiere líos, y menos en las áreas.

Cuando el Madrid comenzaba a superar la presión de los teutones, tocaba más, se imponía en el centro del campo y amenazó en una acción entre Özil y Benzema que acabó en gran parada de Neuer, llegó el primer jarro de agua fría. Un córner mal defendido por Pepe, Ramos y Di María, una posible mano de Badstuber y el disparo a bocajarro de Ribery. Los blancos reclamaron también un fuera de juego de Luiz Gustavo pero el gol hacía justicia. Ybien que lo sabe el Madrid y lo lamentan cada jornada sus rivales.

Estrategia fatal

En una acción de estrategia, otra más a lo largo de la temporada, los de Mou se complicaban la noche. Por vez primera en el curso europeo, el Madrid se situaba por detrás. La situación soñada para un Bayern encantado de replegarse y de que el rival se abriese. Los madrileños no supieron traducir su dominio en grandes ocasiones durante la primera mitad porque les faltó precisión y rapidez en los pases. Solo en los lanzamientos de falta de Cristiano dieron sensación de peligro. No funcionó el retoque táctico de escorar a Özil y centrar a Di María. Tampoco Casillas se vio inquietado, salvo en un disparo de Mario Gómez, ya cerca del descanso.

Necesitaba el Madrid un gol como el comer y buscó la presa con fe en la reanudación, ya con el turco alemán de enganche. Avisó con Benzema y marcó pronto. Cristiano falló a la primera pero luego supo darle el pase de la muerte a Özil. De pronto, el Allianz Arena enmudeció. Despertó para reclamar un posible derribo de Pepe a Kroos, pero en este tipo de partidos no se pitan los ‘penaltitos’. A raíz de ahí se inició una ofensiva de los bávaros, ya con Müller en el césped y con un Ribéry notable. Mourinho se asustó y reforzó la banda izquierda con Marcelo.

Mario Gómez dispuso de dos oportunidades de las que no suele fallar, una en boca de gol y otra de cabeza. Xabi Alonso y Khedira no veían el balón y para ayudarles entró Granero. Pero no mejoró el panorama y Gómez no falló a la tercera. Un gol evitable, como la entrada final de Marcelo a Müller que pudo costarle la roja. El Bernabéu será un infierno.