¿Pacto de emergencia?
En la cúpula socialista se preguntan si tendrán que echar una mano al Gobierno
Actualizado:Las cartas están echadas. El diálogo y el acuerdo entre el Partido Popular y el Partido Socialista, así como el consenso político, social y autonómico, serían armas muy poderosas en defensa de la martirizada economía española. Alfredo Pérez Rubalcaba lo planteó el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados. Y aunque la oferta fue olímpicamente ignorada por Mariano Rajoy en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo, ahí está y nadie la ha echado en saco roto.
Si en cualquier acuerdo las concesiones mutuas y las salvaguardias recíprocas son inevitables, en este caso se añade un enrarecido clima político, consecuencia de la estrategia de crispación que aplicó el PP. Una estrategia que no hizo excepciones, ni con el intento de Zapatero de lograr la paz en Euskadi, ni con las leyes sobre derechos civiles recurridas ante el Constitucional, ni con el plan de ajuste de mayo de 2010. Entonces, el partido hoy en el poder votó en contra aun a riesgo de que España fuera intervenida, como Grecia, Irlanda, Portugal.
Pero la persistencia de la crisis, el acoso de los mercados especulativos, las exigencias de Berlín y Bruselas continúan sin dar tregua. Parecen insaciables. Tanto es así que el ministro de Economía, Luis de Guindos, advirtió el otro día ante la pregunta airada de un empresario catalán que, si no ponía orden el Gobierno de Rajoy, sería mucho peor porque otros vendrían a hacer los Presupuestos. ¿Pensaba en el aterrizaje de un tecnócrata apadrinado por quienes cortan el bacalao en Europa?
En teoría, sí podrían hacerse las cosas de otra manera. En la última sesión de control al Gobierno, el diputado socialista por Jaén Jesús Sicilia, harto de la cantinela de la herencia recibida, derrochó ingenio en su intento de demostrar que los tijeretazos del Gobierno actual son fruto de su ideología. «Recortar el 86% en desarrollo rural y dejar prácticamente igual al Ministerio de Defensa no es herencia, es ideología». Y así sucesivamente, hasta llegar a la amnistía fiscal mientras se descarta el impuesto a las grandes fortunas. ¿Tendrá razón Sicilia? En el PP todavía se insiste en que los tijeretazos se propinan «por convicción, no por imposición».
Mientras, en la cúpula socialista se preguntan si tendrán que acabar echando una mano al Gobierno del PP, incapaz por ahora de buscar acuerdos que no respeten su modelo tal cual. Pero como hay que sobrevivir a esta «crisis infinita», en definición del exministro de la Presidencia Ramón Jáuregui, explorar nuevos caminos no estaría de más. Para que ambas fuerzas políticas alcancen acuerdos, si la crecida del agua sigue imparable, deberían cambiarse muchos esquemas hasta conseguir un proyecto alternativo de emergencia y de carácter temporal.