EL DINERO NUNCA PREGUNTA, SIEMPRE ACIERTA
El proyecto Eurovegas o las plantaciones de marihuana dejan claro que estamos dispuestos a lo que sea por un billete
Actualizado: GuardarEstamos aterrorizados porque nos falta el dinero. O por si nos falta, que lo mismo viene a ser. Julián Marías, antes que su remedo Punset, nos enseñó que el hombre es el único animal capaz de sufrir, o gozar, ante la expectativa. Pensar que no lo vas a tener provoca similar angustia a no tener. Es pensar que lo vas a tener, y ya sientes similar alegría. Sólo similar, en ambos casos.
Y en el estado de pánico generalizado que nos toca domar, que contamina instituciones, empresas y familias -tres versiones del mismo espanto por más que únicamente seamos adeptos de la última- brotan el aprovechado. También llamado emprendedor, promotor, magnate, mangante y ejecutivo. No confundir con autónomo.
Admitámoslo, estamos casi todos dispuestos a casi todo, a mucho más de lo que confesamos, por un asqueroso billete de 500 que cada quincena nos permita conservar lo imprescindible, a saber: el iPhone, la tele de pago, la salida semanal y el abono del estadio. Ellos -que quizás sean como nosotros- lo saben y se frotan las patitas.
Es la única conclusión posible después de leer las encuestas que dicen que dos municipios españoles, uno en la provincia (o lo que sea) de Madrid y otro en la de Barcelona, están dispuestos a pagar cualquier peaje por acoger Eurovegas. Es el proyecto de un tal Sheldon Adelson que creo que no es de Cádiz. El colega está buscando mil hectáreas para montar un monstruo de casinos y hoteles en el que está dispuesto a gastarse lo que lleva encima ahora mismo: 26.000 millones de euros. Dinero limpio, seguro. Con esa pastuqui, Tacoman está dispuesto a levantar una parodia de Las Vegas en España pero sin Bugsy Siegel, sin versión Scorsese, Barbra, Sinatra ni Dino. Ha decidido que sea España por los incontestables méritos económicos, culturales, académicos y empresariales de los españoles: «Hemos elegido España porque tiene el clima ideal», ha declarado.
Mientras todos los políticos de ambos territorios van desfilando con sus rodilleras ante el rijoso magnate, medios y administraciones se han molestado en hacer encuestas en Alcorcón y El Prat, que son dos de los municipios «preseleccionados». En esas encuestas, se le viene a preguntar a los vecinos si apoyan esa inversión, que promovería miles de empleos sin adjetivo (quizás estables, o buenos, o regulares) aunque este tipo de negocios suele provocar un crecimiento de la prostitución, el narcotráfico y las actividades ilegales allí donde se asientan.
La respuesta de la gente nos retrata. Entre seis y siete de cada diez habitantes vienen a decir «ya sabemos lo que eso trae, pero que venga cuanto antes que aquí tiene usted su casa», dicho al regueriano modo.
Nadie se cree mojigato. Seguro que somos muchos lo que no tenemos nada contra la prostitución cuando es elegida y asumida, hasta que recordamos que, según lo que hemos podido leer, esa suerte sólo la tienen una de cada cien 'profesionales'. Somos muchos los que evitamos el espanto ante las drogas, que son medicina o veneno según la dosis y su frecuencia. Un pueblo catalán también acaba de votar a favor de acoger una plantación de marihuana que le daría un pastón. Los derivados del cannabis son los peluches de los estupefacientes. Cualquiera que haya leído, escuchado o probado un poco sabe que grifa o maría sólo pueden matar de aburrimiento, mientras el alcohol, tan legal y rentable, encuentra mil formas de asesinar a través de la carretera, la violencia o la adicción sin que ningún estamento lo rechace. Pero no toda la droga es maría. La que tiene otros nombres, esclaviza o mata. Esa tolerancia al trapicheo, o al comercio de carne humana, desaparecería, si el afectado por los «daños colaterales» de Eurovegas fuera pariente nuestro: hijo, padre, pareja .
Bien pensado, estamos todos tan acojonados y paralizados por si no nos llega, que algunos sacrificarían hasta a un vástago, a su esposo o parienta, con tal de garantizar la prosperidad (sólo económica, claro) del resto de la familia. A la vista de las encuestas, al parecer, en eso nos vamos a convertir. Si no lo somos ya. Hemos perdido aquel axioma de pobre dignos que decía: «Antes, friego escaleras». No está de moda. Preferimos decir que todo vale, que habrá que vivir de algo y esas frases nos la echamos encima como un chubasquero hasta que escampe. Igual, entonces, nos damos cuenta de que lo vendido impide tener una vida digna. Es decir, una vida.
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