Rajoy rechaza que España esté al borde de ser intervenida por la Unión Europea
El presidente reclama «responsabilidad» al italiano Monti y al francés Sarkozy cuando hablan de la situación económica española
MADRID.Actualizado:Mariano Rajoy empleó su intervención ante el grupo popular en el Congreso para mandar un mensaje de tranquilidad a los ciudadanos, a los mercados internacionales y a sus socios europeos. Bien pudo hacerlo en el hemiciclo de la cámara, sede la soberanía nacional, pero optó por pronunciar el discurso más importante de los últimos meses en una sala del Congreso solo ante sus correligionarios.
Rajoy eludió referirse de manera explícita al rescate, palabra tabú en su vocabulario, pero dejó claro que España ni tiene ni tendrá los problemas extremos de financiación y liquidez que tuvieron en su momento Grecia, Portugal e Irlanda, y que provocaron la intervención de sus economías por parte de la Unión Europea y el FMI.
Reconoció, no obstante, que la situación es «muy difícil» y que el país se enfrenta a un «desafío muy grande». Confesó, asimismo, que el elevado déficit, el 8,6% del PIB, daña la credibilidad en el exterior, pero rechazó de plano que España esté al borde del abismo. En este contexto reclamó a todos los partidos y representantes económicos y sociales que asuman su responsabilidad y sean «prudentes» a la hora de especular sobre una intervención. Recomendó a los suyos «no hacer caso al ruido» ni detenerse en rifirrafes políticos que apenas tienen 24 horas de vigencia.
Es más, recalcó que la situación es igualmente complicada para todos los países de la zona euro. En este contexto arremetió, aunque sin nombrarlo, contra el primer ministro de Italia, Mario Monti, quien el martes responsabilizó a la debilidad de la economía española de los problemas de la deuda italiana, y también contra el presidente francés Nicolas Sarkozy, quien ha adoptado un discurso electoral en el que pone a España como ejemplo de lo que no hay que hacer. «Nosotros -dijo- no vamos contra nadie ni comentamos lo que hacen otros países, lo que es bueno para España es bueno para Europa». Insistió en que su Gobierno ha acreditado voluntad política para cumplir con todos los compromisos adquiridos ante la Unión Europea.
Rajoy lamentó, una vez más, que la herencia que dejó el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero no haya dado a su Gobierno «ni un minuto de tregua ni ningún periodo de rodaje» a la hora de emprender una «tarea de desescombro» de todos los «lastres» que impiden el crecimiento de España y la creación de empleo, objetivo prioritario de su Gobierno.
Este escenario negativo se sustenta, a su juicio, de tres factores claves: un déficit público insostenible, altos niveles de endeudamiento externo tanto público como privado y la carencia de competitividad de la economía española. Elementos a los que unió la falta de iniciativa política para resolver estos problemas que, desde su punto de vista, padeció el país durante los más de siete años del mandato de Zapatero.
Defender al Gobierno
Rajoy arengó a los diputados del PP, desconcertados por los resultados electorales adversos en Andalucía y Asturias e inquietos por la respuesta social a los ajustes gubernamentales, y les pidió que se sientan «orgullosos» de las decisiones adoptadas por el Gobierno en estos primeros cien días de gestión. «Nos corresponde tomar el camino de las grandes naciones en las grades encrucijadas planteando reformas históricas y esfuerzos inaplazables», sentenció en tono solemne. Advirtió de que este camino estará «salpicado de incomprensiones», sobre todo porque estamos ante el momento «de los sacrificios compartidos sin resultados aparentes» en el corto plazo. Pese a ello, el presidente se mostró convencido de que transita por la senda correcta que permitirá «crear las vigas maestras de un nuevo horizonte».
A Rajoy le preocupa, en clave interna, las dificultades del Gobierno y del PP para explicar los motivos de las severas medidas de ajuste adoptadas desde el 30 de diciembre y, sobre todo, de las que vendrán en los próximos meses. De sus palabras se desprendió que se arrepentía de haber afirmado en el Congreso que no iba a quejarse de la herencia recibida. De hecho, alentó a los diputados del PP a que expliquen en sus respectivos territorios que si el Ejecutivo de Zapatero hubiera cumplido con su promesa de rebajar los números rojos del Estado en 2011 hasta el 4,4% y no dejarlos en el 8,6% «nosotros hubiéramos tenido que recortar 18.000 millones de euros menos en este año y 10.000 millones menos de lo que tendremos que recortar en 2013».
Coincidió con algunas voces de su partido sobre la complejidad que entraña desmenuzar al ciudadano de a pie los entresijos de la prima de riesgo o las turbulencias del mercado. «Pero hay otras cosas que sí entiende la gente, como que nadie puede gastarse más de lo que ingresa», apostilló.