CALIBRE
Actualizado:Por mucho que nos hayan dicho que la escopeta era del calibre 36, o sea no muy potente, el episodio se las trae. Que un padre ponga en manos de su hijo de trece años un arma de fuego, clama al cielo. Hombre, se entiende que hay linajes que obligan a cacerías, competiciones náuticas y actividades de ese calibre, pero se deberían cuidar los adiestramientos de las generaciones venideras, digo. En las familias de sangre roja hemos sido más de pedrada con tirachinas. A ese padre, de apellido Marichalar, un tirón de orejas, y al niño, que se recupere pronto. El pobre ni se imaginará la de titulares, bromas y mofas de las que está siendo protagonista. Eso sí, el incidente ha servido para que su padre vuelva a la primera línea informativa y lo ha hecho por la puerta grande. La última vez que vi a este hombre en la tele fue subido a una carretilla, abandonando el museo de cera de Madrid por la puerta de atrás. Desde entonces, la actualidad más frívola de la Casa Real la ha copado Letizia, a propósito de sus supuestas operaciones estéticas, sus delgadeces y, por supuesto, sus vestidos más o menos apropiados. Quién nos iba a decir hace tan solo unos días que quien fuera yerno del Rey le acabaría robando protagonismo a todo un Iñaki Urdangarin, en pleno juicio por presuntas irregularidades en el Instituto Nóos. En la Casa Real parece que hay codazos por dar titulares. Será de las pocas empresas que se esté planteando incrementar su plantilla de asesores de prensa para suministrar los comunicados. Perdónenme la expresión, pero es evidente que a la estirpe de los Borbones, allegados y exparientes, les está saliendo el tiro por la culata últimamente. Pensando mal podría parecer que hay una competición entre los parientes agregados por ver quien protagoniza más titulares. La guerra de los yernos está servida. Al que se le acumula el trabajo es a otro Jaime, de apellido Peñafiel. A este último le están dando años de vida con tanta historieta histórica. ¿Qué será lo próximo? Estaremos atentos y a resguardo. Pasen buen día y cuidado con las escopetas, que las cargan los padres.