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El presidente de Francia y candidato a la reelección, Nicolas Sarkozy, es aclamado al llegar a Saint Raphaël, en el sur del país. :: CLAUDE PARIS / REUTERS
MUNDO

Sarkozy insiste en atacar el legado de Rodríguez Zapatero

El socialista François Hollande le recrimina las andanadas a la economía española por impropias de un jefe de Estado

FERNANDO ITURRIBARRÍA CORRESPONSAL
PARÍS.Actualizado:

Nicolas Sarkozy sigue a lo suyo: captar el voto útil del centro-derecha a dos semanas de la primera vuelta de las presidenciales francesas. Las reacciones del Gobierno del PP y los emplazamientos del PSOE a Mariano Rajoy por sus andanadas a la crisis de confianza de la economía española no han amainado sus críticas electoralistas a la herencia de José Luis Rodríguez Zapatero. Por su parte, el socialista François Hollande le recriminó por sus declaraciones, que consideró impropias de un jefe de Estado.

Sin darse por enterado de la tormenta desatada al otro lado de los Pirineos, Sarkozy repitió el viernes por la noche en Caen el paralelismo entre las situaciones española y griega que había trazado la víspera en París durante la presentación de su proyecto presidencial. «¿Queréis la izquierda? Pues tendréis Grecia y España. Esa es la verdad», clamó ante 5.000 simpatizantes reunidos en un mitin en la ciudad normanda.

El mandatario conservador reincidió ayer en una reunión organizada en la localidad sureña de Saint Raphaël, uno de los feudos históricos del ultraderechista Frente Nacional. Fortalecido por los sondeos que le dan vencedor en el asalto inicial del 22 de abril, volvió a agitar el fantasma de un regreso de la izquierda el poder con la pronosticada victoria de Hollande en la segunda vuelta el 6 de mayo. Tras apuntar que en 1981, al llegar François Mitterrand al Elíseo, «los socialistas vaciaron todas las arcas en dos años», aventuró que «en 2012 les bastarán dos días para que conduzcan a nuestro país a una gigantesca crisis de confianza».

«A nuestros compatriotas que quieren la izquierda, quiero decirles que tendrán Grecia y tendrán España. Ese es el resultado que se puede esperar de semejante elección», exclamó.

Por si no quedara suficientemente claro el mensaje, «invito a los que no me crean a ver lo que pasa, no al otro lado del mundo, sino mirar simplemente al otro lado de nuestras fronteras». «Tras siete años de gobiernos socialistas en España, no hay un solo francés que envidie la suerte de nuestros amigos españoles, a pesar de ser un país considerable entre los europeos», sentenció.

Horas antes Hollande había terciado en la polémica transpirenaica al ironizar sobre el «bonito ejemplo de solidaridad europea que ha vuelto a dar el candidato saliente». «No voy a meterme en los asuntos entre Francia y España, pero ¡son malos modales! Esto no se hace cuando uno es jefe de Estado», declaró en una visita electoral a Trappes, en los suburbios de París.

«¿Quién perdió la triple A?»

El aspirante socialista se preguntó en nombre de qué gestión daba lecciones a los demás su rival conservador, quien trata de apartar del foco de la campaña el balance de los cinco años de mandato. «Él es el que ha aumentado la deuda en 600.000 millones de euros, el que ha agravado el déficit que deja un país con múltiples desequilibrios», observó antes de citar el déficit de 70.000 millones de la balanza comercial o de 15.000 millones del seguro de desempleo entre otros números rojos.

Tras valorar que «el riesgo sería seguir con la misma política», Hollande planteó que «cuando hay un aumento del 30% de la deuda pública, la mejor actitud para quien fue el responsable sería callarse». «Yo, como candidato, ejerceré el respeto. No voy a decir que Nicolas Sarkozy ha puesto al país en la misma situación que la de algunos de nuestros vecinos. ¿Quién perdió la triple A? Fue la Francia que dirigía Nicolas Sarkozy», señaló.

En una escala posterior de su campaña en Aubervilliers, otro suburbio de París, el candidato socialista le recordó al conservador que «todavía sigue siendo, aunque no sea más que por unos pocos días, presidente de la República». «Ello supone cierta altura de miras y no burlarse de los españoles, ya que se trata de un país amigo», zanjó.