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Proeza. El misterio de la Vera-Cruz regresó, en un esfuerzo ímprobo de sus costaleros, en una chicotá hasta San Juan de los Caballeros. :: ESTEBAN
Semana

La lluvia ahogó la tarde del Jueves Santo

Los partes iniciales se confirmaron, y Vera-Cruz y Redención se mojaron intensamente al errar en sus previsiones

JOSÉ VEGAZO
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Era el peor escenario que se podía dibujar. El peor sueño de cualquier cofrade. Porque si está lloviendo, la cofradía tiene siempre meridianamente claro, salvo contadas excepciones, lo que debe hacer. No salir, rezar su víacrucis dentro del templo, y esperar pacientemente que llegue un año después para realizar su estación de penitencia para mayor gloria de Dios, si es que Dios así lo quiere. Así está escrito, y así son las cofradías desde siempre. Pero la situación climatológica de ayer era dura, francamente dura, para cualquier miembro de junta de gobierno que deba tomar la decisión de hacer estación de penitencia a la catedral. Sol a la salida, pero riesgo de lluvia horas después.

A eso se enfrentaba la hermandad de la Redención, la primera y con mucha diferencia que sale a la calle la tarde del Jueves Santo. El sol lucía radiante en algunas zonas de Jerez a las cuatro de la tarde, media hora antes de su salida, mientras que en Icovesa se anunciaban negros nubarrones, presagio de lo que podía ocurrir a poco que la hermandad se confiara. Y es que hay que aplaudir a la hermandad de la Redención, valiente un año más. Todos los partes hablaban de precipitaciones para la última hora de la tarde, pequeño descanso durante la madrugada, y de nuevo agua a primera de la mañana del Viernes Santo, y aún así la hermandad decidió retrasar en media hora su salida procesional, para tener partes más avanzados que le permitieran tener una mejor conciencia de la decisión que debían adoptar.

Eso hizo, y además, con el compromiso de no molestar al resto de hermandades. Una decisión estudiada que deja bien a las claras el compromiso de la hermandad primero con sus propios horarios, y segundo, con el resto de hermandades del Jueves Santo, que no veían de esta manera comprometida su decisión, que llegaría horas más tarde, de la mano de la hermandad de la Vera-Cruz. El retraso de una hermandad en su hora de salida no debe perjudicar al resto de hermandades, y mucho menos, retrasarlas, así que la hermandad de la Redención optó por un camino alternativo; retrasó en media hora su salida procesional, y se comprometió a llegar a su hora a la Carrera Oficial. Un ejercicio de madurez, propio de una hermandad que ya es consciente primero del día en el que sale, y segundo, de la importancia que tienen este tipo de decisiones. Una decisión que reafirma su autonomía en las decisiones, y su nula dependencia de nadie a la hora de decidir sus destinos. Un diez para la hermandad, ocurriera lo que ocurriera después.

El Jueves Santo es un día, tradicionalmente, valiente. Y eso contrasta con el clasicismo de las cofradías que hacen su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Todas tienen su paso dorado, y además, de buena calidad. Los bordados son, en muchos casos, de gran categoría, y el patrimonio inmaterial, el humano, el que se esconde tras los antifaces de las hermandades y cofradías, es en este día de avanzada edad, de solera y de prestigio. Contrariamente a estos condicionantes, y se pudo ver el año pasado, las cofradías que integran esta jornada son especialmente lanzadas a la hora de salida a la calle a hacer estación de penitencia, y algo así se pudo ver ayer de nuevo, pese al fiasco del año anterior como consecuencia de las precipitaciones que cayeron sobre la ciudad.

Vera-Cruz, como es costumbre, no dudó. A las seis y media de la tarde, pese a que minutos antes chispeaba en San Juan de los Caballeros, la cruz de guía de la corporación se hacía a la calle, camino de la Santa Iglesia Catedral. Es más, con los primeros penitentes en las inmediaciones de su sede canónica, no en vano las cruces de la corporación van tras el Lignum Crucis, al comienzo de la cofradía, los paraguas lucían abiertos, resguardándose de la lluvia que hacía acto de presencia para acompañar a la hermandad de la Vera-Cruz en los primeros momentos de su salida procesional. Los nazarenos, imperturbables, iban avanzando mientras que los pasos se preparaban para salir a la calle, mandados por dos de los capataces más importantes de la actualidad, Eduardo Biedma y Martín Gómez Moreno. La cofradía, ante la lluvia que caía pertinaz y el fuerte viento existente, decidió retroceder y refugiarse de nuevo en San Juan de los Caballeros, concluyendo de esa manera la estación de penitencia de la hermandad de la Vera-Cruz. Los partes del Consejo de la Unión de Hermandades aventuraban que el frente estaba pasando justo a esa hora sobre la ciudad, por lo que los peores augurios meteorológicos se cumplían con precisión. La cofradía de la Vera-Cruz, al poner la cruz de guía en la calle, y volver al templo, parecía que no volvería a salir a la calle, pero la hermandad, en reunión mantenida en la sede canónica de la cofradía con el presidente de la Unión de Hermandades, Pedro Pérez, decidió salir media hora más tarde de lo que estaba estipulado en sus horarios oficiales. Así lo hizo, abriendo de nuevo sus paraguas los presentes en San Juan de los Caballeros al paso del Señor de la Esperanza...

Diferencia de criterios

La hermandad de la Lanzada, a escasos metros de la iglesia de San Juan, recibía con frustración las mismas gotas de lluvia en la Basílica del Carmen. Pero con diferente criterio. Estaban frescas en la memoria las escenas del año pasado, cuando la cofradía se partió por la mitad cuando llegó la lluvia y el misterio tuvo que refugiarse en el Nazareno. La hermandad, sin esperar a nada ni a nadie, comunicaba a las siete y cuarto de la tarde, hora prevista para su salida procesional, su negativa a realizar la estación de penitencia. Según el director de cofradía de la hermandad, Juan Jordi, la corporación estaba muy escarmentada del año pasado, y decidió no salir. Una lástima, aunque la decisión sea la correcta, puesto que la hermandad de la Lanzada ofrece cada Jueves Santo una apuesta diferente, distinta. Un cortejo pequeño, arropado, inteligente, que sabe gestionarse con criterio y dedicación, y un paso de misterio que este año estrenaba capataz en el cofrade Ildefonso Rubio Frías. Todo eso, y la presencia de banda de música tras el crucificado, una decisión arriesgada en su momento, pero que poco a poco va calando en los sentidos de los cofrades de Jerez.

El tiempo, minuto a minuto

En ese mismo momento, la Porvera se había convertido en el corazón de la Semana Santa de Jerez. La Redención, con valentía, decidió obviar la Victoria como refugio y comenzó a entrar en Carrera Oficial, y además, cumpliendo con sus compromisos. Lo hizo en hora, a las siete y media de la tarde, y envuelto entre los paraguas de los usuarios de los palcos. Los pocos usuarios que se habían atrevido a ocuparlos, que también hay que decirlo. El aspecto, desolador, no recompensaba el esfuerzo de los cofrades de Icovesa, que mantenían un orden impecable pese a la llovizna que ya caía sobre Jerez. De hecho, el paso, en una decisión cuestionable, se recreaba en la entrada en Carrera Oficial, mientras que la Vera-Cruz se volvía por Chancillería, y al llegar a San Juan de los Caballeros el hermano mayor pedía disculpas públicas a sus hermanos, que lo recibieron con un aplauso atronador. El Dolor, por su parte, decidía esperar una hora para decidir si realizaba su estación de penitencia, decisión que compartía la hermandad del Huerto. A estas alturas, el misterio de la Redención, sumido en un fuerte aguacero, reviraba por el monumento a las cofradías, y buscaba refugio en la capilla de San Juan de Letrán, donde entraba no sin ciertas dificultades. El Mayor Dolor y el Huerto terminaban de deliberar sobre la conveniencia de sacar sus cortejos a la calle, o abandonar la idea, confirmándose de esta manera un segundo año consecutivo sin poder hacer estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Este hecho se produjo apenas unos minutos después, ya que tanto la hermandad de la Oración en el Huerto como el Mayor Dolor confirmaban que no realizarían su estación de penitencia en la tarde del Jueves Santo.

Esta decisión dejaba a la hermandad de la Redención como única protagonista, tras el regreso meteórico de la hermandad de la Vera-Cruz, que incluso decidió regresar con las imágenes andando para atrás. La Redención confirmó que volvería el Domingo de Resurrección a su casa, dejando por tanto el protagonismo de la jornada a una Noche de Jesús ala que, en principio, los partes meteorológicos auguraban una tregua hasta que llegara la mañana de la Esperanza.