miércoles santo

Dios, en Santiago, pero su Madre es la Amargura...

Magnífica jornada de Miércoles Santo, en la que las seis cofradías consiguieron realizar sin mayores problemas su salida procesional

Jerez Actualizado: Guardar
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Nuestra Señora de los Dolores. Anoten bien el nombre de la marcha, porque es histórica. Con los sones de la Municipal de Gerena, comenzó a cambiar la historia de la hermandad de las Tres Caídas, esa que llevaba toda la vida escrita en letras de escolanía y silencios, y que hoy ha mutado en una cofradía seria, rigurosa y elegante, pero alejada del negro rotundo de sus capirotes. Será la misma Historia, la que se escribe con mayúsculas, la que juzgue si el cambio ha sido acertado o no. Serán los años los que determinen si Jerez valora o incluso se acostumbra a este cambio. Serán sus propios hermanos los que decidan si este giro en su estilo es el acertado o no, y si ha servido, como dirían los clásicos, para mayor gloria de Dios y de su Madre. Esperemos que sea así, porque desde aquí, la hermandad de las Tres Caídas solo encontrará respeto a la decisión de sus hermanos. Una decisión consensuada y meditada, y que ha servido además para acercar a Jerez a una magnífica banda como la de Gerena, y a descubrir un repertorio estudiado, milimetrado y analizado al detalle, que si perdura en los años servirá para ensalzar el bello rostro de la Virgen de los Dolores.

Ese fue el principal cambio de una jornada que contó con otrosmuchos detalles, y también musicales. La banda del Santísimo Cristo de la Caridad volvía a la que siempre fue su casa, Santa Marta, y lo hizo con La Pasión, una marcha que anunciaba que Santa Marta vuelve a ser lo que siempre fue, una hermandad de barrio. Intentó, durante unos años, adaptar la cofradía al misterio que lleva encima. Un misterio que imprime caracter de seriedad, de duelo, de rigurosidad. Pero ellos ni son así ahora, ni nunca lo fueron. Una hermandad contranatura, que ha tardado unos años en darse cuenta de que, para convencer a Jerez de algo, primero debían convencerse ellos mismos. Ahora sí son los hermanos de Santa Marta los que están cómodos con su hermandad, con un paso de palio deliciosamente exornado de orquideas y flores de cera, con nueva disposición de la candelería, mucho más alegre y con cera rizada en el paso de palio. Vuelven las cornetas, sus cornetas, y con ellas, vuelve la hermandad de principios de los noventa, aunque adaptada a los tiempos. Ni mejor ni peor que antes, pero sin duda, mucho más auténticos, naturales y sinceros. Una decisión que habrá sido debatida en el seno de la hermandad, y que debe servir para hacer crecer la cofradía.

Son algunos detalles que hacen ver que, por mucho que creamos que la Semana Santa está inventada, y que son las hermandades nuevas las que deben aportar nuevos aires, muchas veces son las antiguas las que pueden adpatarse a los tiempos que actualmente corren. Y eso se hizo palpable, evidente, en la tarde de ayer en la ciudad, ya que tanto Consuelo como Soberano Poder, las hermandades que debían renovar los cimientos de esta jornada, se mantienen en cambio prácticamente inalterables, mientras que las más señeras, clásicas y antiguas dan el do de pecho para subir el listón un poco más.

Consuelo hace tiempo que busca sin descanso un lugar en la Semana Santa de Jerez. A favor, su insistencia en el estilo. Tener claro el diseño, la fórmula, las maneras. Por mucho que a veces los resultados no lleguen, la cofradía insiste en unos cánones que a buen seguro terminarán por darle los frutos ansiados. Un cortejo pequeño, peligrosamente pequeño, pero con una calidad tremenda, es la mejor arma de la corporación que dirige Mateo López. Ni hay más nazarenos de los que son, ni pretenden parecerlo. Y eso, lejos de ser una rémora, es una magnífica noticia, porque habla bien a las claras de la obsesión dela cofradía por ser fiel a sí misma. Y mucho más, cuando ve que otras corporaciones que, con otro estilo musical, o con otro tipo de túnica, van poco a poco ganándoles la partida. Igual ahí está la clave, en no creer que ganar es tener más que nadie, sino es ser uno mismo. Y eso, la hermandad del Consuelo, lo es en los capirotes, en los acólitos, en el cortejo litúrgico, en el repertorio musical e incluso en su insistiencia por pertenecer al Pelirón, el barrio de sus mayores.

El Soberano Poder, en cambio, camina por otros precipicios bien distintos. Consolidado su cortejo de nazarenos, y asimiladas las horas que debe estar en la calle, su mayor preocupación ahora es no perder el empuje que le ha caracterizado desde que se creó hermandad. Así lo intentan los buenos de los cofrades de La Granja, y el resultado es evidente. El paso de misterio es uno de los más esperados de nuestra Semana Mayor, cuentan con una banda de campanillas como es la Sentencia, yel cuidado a la figura del nazareno sigue siendo impecable. Su trabajo con la juventud tiene también su reflejo en un cortejo jóven, pero comprometido. A buen seguro que pronto, muy pronto, son capaces de venir a la Carrera Oficial con María Santísima de las Mercedes. Será entonces cuando podamos valorar, en plenitud, la posición de la hermandad del Soberano y su madurez.

Las de siempre

Pero el Miércoles Santo es, por encima de todo, y con permiso de todos, la jornada de tres grandes devociones. Las Tres Caídas tiene salvados los martillos gracias a la pericia de Ángel Rodríguez Aguilocho y Tomás Sampalo, ambos de la escuela, amplia escuela, de Martín Gómez Moreno. Pero por encima de martillos, de costaleros o de bandas, San Lucas es la devoción, la plegaria, la fe. Miles de devotos tras la tercera caída de Cristo, intentando con sus oraciones levantar a un Señor que acaba de ser restaurado por las manos de su propio hermano mayor, Francisco Bazán, que ayer, en un milagro de Dios, otro más, consiguió vestir su túnica de nazareno. Y eso es sin duda la mejor noticia que se puede contar de la iglesia de San Lucas.

Pero el Miércoles Santo es la jornada de Dios, y de la Madre de Dios. Dios, prendido, escondido tras los ojos vidriosos del Prendimiento. Dios, entregado en las manos que más que amarradas parece que vuelan con el compás de la bulería del Morao, ese al que la hermandad de Santiago quiso rendir homenaje el mismo día que salió el Señor a la calle. El Prendimiento, magnífico, a las órdenes de Martín Gómez Moreno, avanza restando importancia al resto de problemas del mundo. Una talla capaz de robar las miradas que se depositarían en el bello rostro del Desamparo, sublime en su paso de palio.

Y para hablar de la Madre de Dios, hay que rimar con Amargura. De nuevo la hermandad salió, tiñendo de azules los rincones encalados del centro de la ciudad, y parando los relojes cuando su palio llegue, a los sones de Amargura, a la plaza de las Angustias. Estamos en Miércoles Santo. Se va acabando todo poco a poco...