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Oración. San Marcos fue fiel reflejo del pregón de García-Pomar, con devotos en los balcones esperando el paso de palio de la cofradía. :: LA VOZ
lunes santo

Tacho no mintió, María espera en el balcón...

Amor y Sacrificio no pudo llegar a la Catedral y el resto de cofradías volvieron precipitadamente a sus templos por la lluvia

José Vegazo
Jerez Actualizado:

Lunes Santo en Jerez. Tarde de emociones a flor de piel, de contrastes, de matices, de sabores puros y genuinos frente al empuje de cofradías nuevas, elegantes pero atrevidas. La tarde en la que la luz penetra por los rincones de San Marcos, convirtiendo una simple salida en un acto de culto brutal, impensable en otro lugar que no sea en ese céntrico enclave jerezano. La tarde en la que un barrio se vuelca con una cofradía, haciendo realidad aquello de que una cofradía debe rendirse a un barrio, y no al revés. La tarde en la que un crucificado avanza lentamente, demostrando que Jerez es mucho, pero mucho más, que Nazareno y Cristo de la Expiración. La tarde en la que una cofradía como la Paz paró el tiempo, y decidió tomarse las cosas, al fin, con más calma, una vez que las prisas por poner a sus dos titulares en la calle resultó un éxito absoluto. La tarde en la que Amor y Sacrificio demostró que no hace falta nada más que oración y penitencia para cautivar las promesas y plegarias de quien se acercaba al bello rostro que, mirando al cielo, bendice a Jerez con austeridad y sobriedad cada año.

Lunes Santo en Jerez. Amaneció la jornada revuelta, muy revuelta, en cuanto a lo climatológico. Nubes dispersas y algunas precipitaciones leves, lo justo para preocupar e incluso asustar a muchos de los cofrades que conforman las juntas de gobierno de las corporaciones que harían luego estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. En el ambiente flotaba la maravillosa noche de Domingo de Ramos que hizo el día anterior, y eso pese a las previsiones que daban hasta un 30% de posibilidades de chubascos débiles que podían afear la estación de penitencia de las cofradías del primer día de la Semana Santa. Todos confiaban en que en esta ocasión, los partes se repitieran...

Las previsiones que manejaban las cofradías hablaban de un riesgo escaso de lluvia en Jerez para primera hora de la mañana, abría el día a lo largo que avanzaba la tarde y se volvían a cerrar los cielos a última hora de la noche, cuando solo a la Candelaria, que se recogía a las dos de la mañana, podía afectar la lluvia. Antes de la llegada de la Paz de Fátima al Lunes Santo, eran los cofrades de la Plata los que tenían la responsabilidad de abrir el Lunes Santo, aunque no fueran la primera a la Carrera Oficial. Su ubicación geográfica, muy lejana del centro, así como el hecho de ser la primera en salir, hacían de la decisión de la hermandad que preside Antonio Aguilar una de las más trascendentes de la jornada en caso de lluvia.

Eso ha cambiado ahora. La decisión estuvo en manos de la hermandad de la Paz de Fátima, que aunque también está lejos de la Carrera Oficial, decidió valiente salir a la calle gracias a las buenas previsiones, aunque al final tuvo que adelantar sus horarios para llegar a syu sede canónica. Todas las cofradías mantuvieron presentes los planes de lluvia, esas previsiones que hacen los diputados mayores de gobierno para saber qué hacer con exactitud en caso de que la lluvia sorprenda a la cofradía en la calle. Así lo hicieron las cinco cofradías, pero especialmente las que estaban más lejos de la Catedral, o las que tienen un patrimonio costoso de reparar, como la hermandad de la Sagrada Cena, con el paso de misterio recién restaurado.

Las cofradías, a la calle

Las hermandades tomaron la decisión de salir, mucho menos arriesgada que el día anterior, pero al final las precipitaciones les hicieron cambiar los planes. La noche del lunes Santo apareció la lluvia, lo que impidió el discurrir normal de las cofradías. La hermandad de la Cena, eso sí, pudo agradar su leyenda con una chicotá de veinte minutos. Por muchos años que pasen, por muchos estrenos que tenga la hermandad, por mucho que intenten, la hermandad de la Cena será siempre recordada por haber cambiado la costalería de esta ciudad. Un cambio sustancial, además, que ha afectado a la mayoría de misterios de la Semana Santa. Pocos pasos andan ya de frente, en una pérdida irreparable de identidad tan solo por buscar lo que se encuentra cada Lunes Santo en los albores de San Marcos. Esa magia que, por mucho que quieran, pertenece solo a San Marcos, a su gente, y a su capataz, Martín Gómez Moreno, al que, pese a los numerosos reconocimientos que recibe año a año, la Historia se encargará de colocar en su sitio. El pregonero, Ignacio García-Pomar, definió como nadie la luz de San Marcos, esa que se cuela por los pasillos del centenario templo, haciendo imposibles los esfuerzos de fotógrafos profesionales para captar la belleza del momento. Una belleza que se resume en la dulzura de la mirada del Señor de la Cena y de su Madre, la Virgen de la Paz.

No es la Cena - que en vez de volver por Carpintería Baja lo hizo por José Luis Díez ante la amenaza de lluvia- la única protagonista del día. La Paz de Fátima camina con buen son, como los de sus costaleros, en uno de los días más complicados de la Semana Santa. Tiene mérito la hermandad de la Paz de Fátima, que adelantó su recogida por la lluvia.

Recién llegada, la corporación apostó todo a una carta para colarse de pleno derecho en la Carrera Oficial como una hermandad consolidada, y acertó. Vaya si acertó... Hoy en día, la hermandad de la Paz pasa por Carrera Oficial como si llevara años haciéndolo, y compitiendo de igual a igual con cofradías de renombre como la Viga o la Candelaria. Hermandad de barrio, elegante y con señorío, pero de barrio, que no olvida que el secreto de sus capas y antifaces está en que lo hacen sus propios hermanos. Y el día que olvide que si mayor patrimonio está en su gente, será cuando comience el principio del fin. Por mucho que estrenen, por muchas innovaciones que hagan, el secreto de su éxito radica en que sale del corazón de sus devotos. Por eso las más de doscientas túnicas, por eso un paso de palio, por eso la terminación del canasto del misterio, por eso un cambio de recorrido... Por eso, para cuidar a su gente, para estar más tiempo en su barrio, renunciando de esta manera a un Jerez que también lo espera ansioso. Son la cofradía de Fátima, y así deben seguir siendo, si quieren seguir progresando de esta manera.

La Viga, la de siempre

La hermandad de la Viga hizo también lo que tenía que hacer, ni más ni menos. No se le pide a este tipo de hermandades que hagan nada extraordinario, sino que hagan, bien, lo que saben hacer. El Santísimo Cristo de la Viga se paseó por la ciudad en el que será el último año de su capataz al frente de la cuadrilla, y Nuestra Señora del Socorro estaba, simplemente, bellísima en su paso de palio. Una cofradía de ensueño, con un recorrido precioso que le lleva a la Santa Iglesia Catedral en pocas horas. Las suficientes para contemplar, un año más, la singular recogida de la cofradía, arropada por las brumas de ceniza de las bengalas de la Catedral.

La Candelaria, por su parte, vivía una Semana Santa especial, distinta. Faltaba su teniente hermano mayor, José Manuel González López, aquejado de una grave enfermedad, y todo se hizo por él por la Plata. El Señor, potente, lució cantoneras, potencias y cíngulo en plata de ley, los que estrenó en la pasada JMJ en Madrid, y la papeleta de sitio viajó por el barrio de la Plata bajo el paso de misterio de la corporación. Una cofradía de barrio, siempre alegre, que ayer sin embargo, pasó triste, y con motivos, por las calles de Jerez.

Y el broche de oro al Lunes Santo, a esta jornada de contrapuntos, lo puso como siempre, el ascetismo puro y sincero de Amor y Sacrificio, y el rezo del rosario de sus hermanos. Que no cambie nunca una cofradía que nos acerca a la verdad del dolor de una madre. Que no cambie Amor y Sacrificio, para que nunca cambie el Lunes Santo. Eso sí, a causa de la lluvia esta cofradía se tuvo que refugiar en el templo de San Miguel.