Sheldon Adelson, en su visita a Barcelona para tratar sobre el proyecto Eurovegas. :: ALBERT OLIVÉ / EFE
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El magnate de los casinos retira su apoyo a Gingrich

Sheldon Adelson reconoce el fracaso de su inversión en la campaña del aspirante republicano a candidato a la Casa Blanca

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Newt Gingrich puede empeñarse en llegar hasta el final de la campaña pero hasta su padrino reconoce que ya ha perdido. «Lo sé, está al final de la cuerda», suspiró Sheldon Adelson el lunes ante un grupo con el que conversó informalmente al salir de la conferencia de federaciones judías de Norteamérica TribeFest. «Matemáticamente no puede ni acercarse a los números y es improbable que se llegue a la convención sin candidato», señaló.

Las palabras que alguien recogió en vídeo y colgó el jueves en el Diario Judío de Los Ángeles eran comentarios muy distintos a los que se le habían oído previamente al magnate de los casinos. Hubo un tiempo en que incluso presumió de que podría pagarle la campaña entera si se le antojaba, porque cien millones de dólares (unos 75 millones de euros) no supondrían nada en su fortuna, calculada por Bloomberg en 26.200 millones (19.700 millones de euros). Pero hasta para el undécimo hombre más rico del mundo la inversión política en Gingrich empieza a ser ruinosa.

Según Los Angeles Times, Adelson y su esposa han donado 16,5 millones de dólares al comité de apoyo político creado para apoyar la candidatura del exportavoz del Congreso, que a pesar de haber hecho mucho ruido solo ha conseguido ganar un estado, Carolina del Sur, además del suyo, Georgia. Con esa inyección económica ha seguido compitiendo con los dos favoritos incluso cuando escasearon las donaciones. Pero a estas alturas su campaña hace tantas aguas que ha empezado a cobrar 50 dólares por cada foto que sus simpatizantes se toman con él al final de los mítines. Ya no basta con prometer la Luna o gasolina a dos dólares y medio por galón. El peculiar político que amargase la presidencia a Bill Clinton en los noventa ha tenido que despedir esta semana a un tercio de su personal. A final de febrero su campaña reportó más deuda que fondos y todo el mundo espera con expectación los números de esta semana.

Casual

Su padrino empezó la conversación casual explicando por qué no le gusta Rick Santorum: «Es demasiado conservador en el aspecto social y yo ahí soy lo que se podría llamar un liberal social». El exsenador de Pensilvania es efectivamente un fuerte opositor del aborto, los anticonceptivos, los homosexuales y cuanto a su juicio no se ajuste a sus valores religiosos y morales. Por contra, el magnate de los casinos ha echado raíces en Las Vegas, donde el juego y la prostitución son la sal y la pimienta.

Este fin de semana irán a visitarle las delegaciones de los ayuntamientos de Madrid y Barcelona que intentan atraer hacia sus provincias el próximo megacasino de Eurovegas, donde entre otras demandas Adelson exige que se permita fumar en los espacios públicos y se impida a los trabajadores asociarse en sindicatos. Su amor por los negocios debería unirle a Mitt Romney, el probable nominado, pero hay algo que no le convence: «No toma decisiones comprometidas. Cada vez que hablo con él me dice: 'Bueno, déjame pensarlo'. Es como Obama, no le gusta señalarse». Gingrich, en cambio, es alguien a quien «no le importa usar la palabra islamofascismo o islamoterroristas cuando eso es lo que son». «No todos los islamistas son terroristas pero todos los terroristas son islámicos», afirmó.

La última vez que se reunió con el exgobernador de Massachusetts fue durante los caucus de Nevada a principios de febrero. En una de esas ocasiones le planteó la posibilidad de que pactase la vicepresidencia con otro candidato. «Mitt no me dio una respuesta, Newt me dijo: 'Mira, no me importaría ofrecérsela si no fuera porque cada gobernador cuya ayuda necesito espera que le elija para vicepresidente y si voy a las primarias con él ya elegido no me van a ayudar'», comentó el magnate. Así de relajado desveló Adelson las interioridades de la política estadounidense que muchos creen descubrir por primera vez en la película de George Clooney 'Los idus de marzo'.