Zeng Lijun y su mujer ven un vídeo de Michael Jackson en el ordenador familiar, colocado entre los urinarios del baño. :: E. C.
Sociedad

A dormir al váter

Una familia china vive desde hace seis años en los baños de un hostal, un hogar maloliente y húmedo por el que pagan 800 euros al año

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Pisos patera, sótanos amueblados y hasta contenedores. La necesidad y la crisis económica han disparado la imaginación -o la necesidad- de muchas personas a la hora de dar con un lugar donde vivir. Hogares en precario, pero que en China, el país más poblado del mundo, podrían verse como auténticos lujos. La prensa oficial del gigante asiático desveló ayer la historia de una familia que vive desde haces seis años en unos baños públicos. Nada de paredes ni muebles: alicatado de baldosa blanca y urinarios. Los moradores de tan denigrante casa son Zeng Lijun, un inmigrante rural chino de 33 años, su esposa y su hijo de 14 meses. Esta singular vivienda, de apenas 20 metros cuadrados, se encuentra en un hostal de la ciudad de Shenyang, en el noreste del país.

Lejos de intentar censurar la información para evitar el descrédito, los medios han contado con detalle la vida de Zeng, quien afirma sentirse satisfecho con su actual morada. «Mi vida es mejor ahora que antes, cuando tenía que apañármelas como fuera», asegura el inmigrante en referencia a la época -hace 13 años- en la que llegó a a la ciudad desde su pueblo con sólo unos 50 yuanes (cinco euros) en el bolsillo.

Mientras habla, a su alrededor se puede observar una cama sobre una letrina tapada con tablas y una televisión y un ordenador apoyados en una mesa entre dos urinarios. Las paredes son las mamparas de madera que separaban los excusados públicos que ya no se utilizan, pero que obligan a la familia a usar la cisterna con frecuencia para eliminar los malos olores que aún desprende la red de tuberías. A estas molestias se suma la humedad presente en toda la estancia, que ha provocado problemas cutáneos a su hijo. «Nos gustaría trasladarnos a un hogar más confortable, pero de momento la situación económica no nos lo permite», se lamenta Zeng Lijun.

Y no es que la familia viva de 'okupa' en su actual casa. La realidad es que el propietario del hostal les cobra un alquiler de 8.000 yuanes anuales (unos 800 euros), que el cabeza de familia abona de sus sueldos ocasionales como limpiabotas, cerrajero y zapatero remendón en una cercana estación de autobuses, donde gana unos 2.000 yuanes mensuales (unos 200 euros).

Aunque parezca un caso anecdótico, la vida de Zeng refleja la realidad social imperante en China, que obliga a vivir en condiciones infrahumanas a cien millones de inmigrantes que en la última década han dejado las zonas rurales para buscar trabajo en las ciudades. Urbes de aluvión que se nutren de mano de obra para las grandes fábricas y que no están pensadas para vivir. Sólo para subsistir.