Escenas inusitadas en una ciudad en suspenso
LA HABANA.Actualizado:La estancia de Benedicto XVI ha dejado en Cuba escenas difíciles de imaginar en otras circunstancias. Una de ellas ha sido escuchar al arzobispo de Miami criticar el marxismo durante su homilía en la Catedral de La Habana o ver el llanto emocionado de exiliados que regresaron a la isla décadas después de haberla abandonado. O contemplar cómo María Teresa de la Caridad, la monja que más tiempo lleva en clausura en Cuba -65 años- dejara el claustro de las Carmelitas descalzas al ser una de las elegidas para recibir la comunión de manos del Papa.
Además, el malecón habanero -conocido como el sofá de la capital- estuvo casi vacío la noche del martes a la hora en que la oscuridad del mar se iluminó con algunos fuegos artificiales disparados desde embarcaciones fletadas por anticastristas residentes en la Florida.
El arzobispo Thomas Wenski recordó en la Catedral de La Habana: «Como el Papa observó en su vuelo a México, el marxismo es una ideología caduca». A tono con las palabras sobre la reconciliación y las familias separadas, el prelado oró para que el pueblo cubano «construya un futuro de paz». Al final lo ovacionaron durante más de dos minutos muchos de los 800 cubanoamericanos que viajaron desde Estados Unidos para este viaje. Para los más viejos fue un impacto. Encontraron un país diferente, ya no tienen casa ni familia. Como mucho volverían de vacaciones.
La visita del Sumo Pontífice también provocó desvíos del tráfico rodado y calles cortadas y casi desiertas por la reducción del transporte. Además, se remozó el asfalto de las principales avenidas por donde transitaría el jefe del Estado Vaticano. Unas acciones que los disidentes, dolidos porque el Papa no los ha recibido, dicen que es para maquillar la verdadera realidad del único país comunista de Occidente.