Primer asalto
Los sindicatos pueden dar por buena la movilización en tanto han logrado detener la industria y reducir el consumo energético, eso sí no han conseguido vaciar las calles de automóviles y paralizar la administración pública
Actualizado: GuardarUna huelga general no es un envido y dos más, es algo de mayor nivel, se trata de un órdago a la grande, a la chica y a pares y juego llegado el caso. La huelga general lleva implícita la leyenda de las viejas espadas castellanas: “no me saques sin razón ni me guardes sin honor”, y a tal principio se deben agarrar los sindicatos convocantes. No se trata de un juego parcial sino de detener la vida pública paralizando el transporte y los servicios básicos.
Esta huelga general deja varias consecuencias, la primera es que los sindicatos siguen vivos, (muchos dudaban de su capacidad de movilización después de la última huelga), también demuestra que a Rajoy no le van a dejar pasar un detalle y en cambio con los brotes verdes de Zapatero hicieron notables ensaladas tanto en Comisiones Obreras como en UGT. Pero también refleja que el Gobierno no ha recibido el mensaje y va a seguir adelante con la reforma laboral que la tiene por incuestionable. La confrontación de estos dos puntos de vista antagónicos augura nuevas protestas y un clima laboral bastante árido. Javier Arenas, tan criticado por su derrota en Andalucía, fue capaz de llegar a acuerdos con los sindicatos en otro gobierno del PP. Fátima Báñez o no ha sabido, o no ha tenido la ocasión de llegar a ningún mínimo pacto.
Los sindicatos pueden dar por buena la movilización en tanto han logrado detener la industria y reducir el consumo energético, eso sí no han conseguido vaciar las calles de automóviles y paralizar la administración pública. La parte de siglo XIX que tiene toda huelga general es bastante lamentable, en concreto la acción de los llamados “piquetes informativos” que consisten en poner a escurrir a aquellos trabajadores que osan cruzar el zaguán de su puesto de trabajo. Esa imagen no sólo no ayuda a los sindicatos, les resta credibilidad. En la era de Internet y Twitter no parece que al personal no reciba información por varios canales.
Rajoy, (a fin de cuentas las voces y las pancartas van dirigidas a él), actúa como quién está entre dos fuegos: una notable oposición en contra en España y las amenazas de fiscalización de Bruselas. Sin duda que ya lo debía intuir pero desde este 29-M lo sabe. El primer asalto concluye en tablas pero nos indica que hay partido y que la calle está viva.