«Está la cosa como para perder un día de trabajo»
Con los servicios mínimos pactados en Madrid y fuera de los inconvenientes derivados de la reducción de los vuelos habituales programados, la huelga general se ha asumido con "normalidad absoluta" en Barajas
MADRIDActualizado:Largas filas, quejas por las esperas, caras de cansancio en los que llegan y grupos tirados por el suelo esperando a sus vuelos. Lo normal en cualquier día en el aeropuerto de Barajas de Madrid.
Pactados hace días los servicios mínimos y fuera de los inconvenientes derivados de la reducción de los vuelos habituales programados, la huelga general se ha asumido con "normalidad absoluta" en Barajas, según ha informado fuentes de Aeropuertos Españoles y Navegación Aerea (Aena).
Los movimientos sindicales se han producido a primera hora de la mañana con los piquetes informativos y los miembros sindicales de las empresas. Sus reivindicaciones han transcurrido sin incidentes y el único momento de tensión se ha vivido por lo que los convocantes del paro consideraban un incumplimiento de los acuerdos de vuelos protegidos por parte de Ryanair. Según la Federación de Transportes, Comunicaciones y Mar (TCM) de UGT, la compañía estaba operando "más vuelos de los que se le habían adjudicado para la jornada" y estaba provocando "tensiones entre los pasajeros que se acumulan en las terminales de la aerolínea y alteraciones del orden público".
A las 9,30 de la mañana, en las terminales del aeropuerto apenas se apreciaban señales del paro. Las cafeterías y las tiendas cercanas a los accesos para el puente aéreo en la Terminal 4, que permanecieron cerradas en las primeras horas del día, funcionaban ya con aparente tranquilidad. De hecho, los cánticos que se oían no eran precisamente reivindicativos. Las únicas proclamas corporativas tenían más que ver con las celebraciones por el inicio de vacaciones de Semana Santa que con cualquier otra cosa. "Un pato con una pata, un pato con los patitos,...", cantaba un grupo de jóvenes dispuestos a coger un vuelo mientras posaban para las típicas fotos del 'previaje'. Cerca de ellos, un operario comentaba con sorna que se había preparado algo para comer por si cerraban los bares del aeropuerto y después se había encontrado todo abierto.
Solo en las zonas de tránsito entre las terminales quedaban muestras del paso de los huelguistas. Carteles pegados en el suelo y numerosas cuartillas informativas despedazadas ensuciaban los pasillos por las que caminaban tranquilamente los viajeros. La presencia policial parecía la ordinaria, con grupos de agentes paseando con tranquilidad por los pasillos.
Quejas de los pasajeros
Los pasajeros han aguantado pacíficamente en las largas colas en las áreas de facturación y en los puntos de información, aunque su calma se ha ido agotando a medida que pasaban las horas de espera por los retrasos causados por la huelga. Las principales quejas han venido por la desinformación que muchos decían que habían sufrido por parte de las compañías, y algunos pasajeros proponían como solución que las aerolíneas les avisaran con antelación de posibles cancelaciones o demoras con un sencillo mensaje al móvil o al correo electrónico. Un ejecutivo se quejaba de que llevaba ya tres horas esperando, ante la cara de resignación de una azafata, que intentaba calmar al cliente mientras recibía el aluvión de críticas.
Los transportes públicos que llegaban a Barajas han operado según lo previsto. Los autobuses han tenido más problemas al inicio de la mañana para salir de las cocheras, pero el metro ha cumplido con el 30% de los servicios mínimos pactados. La línea 8, la que realiza el recorrido entre el centro de la ciudad y la T4, ha pasado de los cinco minutos de frecuencia ordinarios a los más de doce de hoy.
Los taxistas también han trabajado como un día más. Uno de ellos se mostraba indignado con una "huelga política" y explicaba que había hecho sus servicios habituales desde hoteles al aeropuerto. Con cierto enojo, comentaba que los sindicatos debían evolucionar hacia "el modelo americano" y, sobre todo, insistía en que "está la cosa como para perder un día de trabajo".