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Candidatura Arenas 2016

Él mismo tendrá que preguntarse por su responsabilidad tras fracasar en tres décadas distintas

TEODORO LEÓN-GROSS
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La estrategia a corto plazo de Arenas es 'no ha pasado nada'. Como el Don Tancredo de los viejos cosos taurinos, aspira al quietismo que le permita burlar la embestida de los resultados electorales. Una vez más, Arenas confía en sucederse a sí mismo. De momento, aún pesa el dramatismo epidérmico del último fracaso frustrante con todo a favor, pero los cálculos pasan por que en tres meses esto se habrá olvidado. Y el talante andaluz se presta de perlas al 'no pasa nada'. En definitiva, el propio 25-M ha sido una expresión de esa indiferencia árabigo-mediterránea: casi la mitad de la población obvió ir a votar siquiera, y la mayoría restante votó por no cambiar después de tres décadas en un clima terminal de paro y corrupción, bajo la sombra de la mala gestión y un despilfarro de brochazos grotescos. Así que todo se queda como estaba, o peor. Es lógico que este escenario se identifique con la etiqueta del 'realismo mágico', porque cada personaje y cada situación es aún más inverosímil. Y ahí encaja Arenas aspirando a seguir perdiendo elecciones en el futuro. Desde luego, la mejor noticia para la izquierda es que el Campeón sea el candidato 2016. No sería raro que ellos mismos patrocinen Arenas 2016.

Rajoy exculpa al Gobierno en ese fracaso, sobre todo después de postergar los presupuestos a petición del clan sevillano al precio de soportar las broncas de Bruselas; y eso señala a Arenas. Ahí mal puede defenderse, porque él falló con la 'arriolada' de una campaña plana, huyendo del debate y rodeándose de los ministros del tijeretazo y la reforma laboral.

Eso sí, Rajoy no va a pedir su cabeza al menos de momento y la nomenclatura del partido sin duda prefiere retenerlo al sur de Despeñaperros donde además no hay delfines, porque el propio Arenas siempre los ha devorado como Saturno a sus vástagos. Pero antes o después él mismo tendrá que preguntarse por su responsabilidad tras fracasar en tres décadas distintas. Nadie ha perdido tantas elecciones como el Campeón, ese apodo devenido sarcasmo. Difícilmente se igualará su marca de cuatro asaltos fallidos al poder. Al fin Arenas ha terminado por superar a Poulidor, el icono de las tres derrotas en el Tour; y es difícil no verle con simpatía por su coraje, pero no cuela como portador del mensaje del cambio llevando ahí desde los dieciocho. Aun así se le ve dispuesto a hacer el Don Tancredo para postularse al quinto fracaso. Su apuesta por una 'grossen koalitionen' con el PSOE habiendo mayoría natural de izquierda es un gesto para prolongar el espejismo. Y después de Arenas 1994, Arenas 1996, Arenas 2008 y Arenas 2012, parece tener muy asumido el espíritu olímpico de Coubertain para Arenas 2016: lo importante no es ganar sino participar. Es lo suyo.